El ocaso de alzaba en el horizonte, alumbrando con la luz más intensa del día, mostrando el final del día y el inicio de la noche, época del día que los hombres del reino de los dioses esperaban no llegara. En los bordes del monte Zandar, esperaba lo más tranquilo posible que me podía mantener una taza de té. Mientras observaba como se acercaba el ejército del rey demonio, pude escuchar unos pasos detrás de mi.
-cómo están?... Dime qué se recuperarán pronto.
-estarán bien, mi señor... Solo necesitan descansar
Se acercó más a mí y se apretó contra mi brazo derecho, nunca me incómodo que hiciera ese tipo de cosas, sin embargo este no era el momento.
-mi señor... Debe relajarse, no puede dirigir un ejército si está tan nervioso
Sé que tenía razón... Pero no podía, simplemente no podia..
-Puedes traerme otra taza de té? Creo que será la última...
-mi señor... Dijo eso de las últimas doce tazas... No debería...
-por favor, Cathelín... Te suplico que me traigas otra taza...
No podía resistir el impulso de empezar a temblar, si no conseguíamos defender está vez, estaríamos totalmente acabados...
-Mi señor... Su taza..
Tome aquella taza y le sonreí de la manera más sincera que pude, aunque se podía notar claramente que estaba nervioso.
-llama a Laila.. necesitaremos todos sus dragones para esto, invoca a todo nuestro ejército. Consigue que Zandharia domine su cuerpo y traelas también... Quiero a todos los dioses restantes, a sus ejércitos y armadas listas para defender, no se alejen ni un metro de su posición, creen una barrera mágica frente a las puertas y preparen a todos nuestros aliados del reino elfico y druida.
-si, mi señor...
Sentí que se alejaba.. aunque había algo que debía preguntarle
-Cathelin.. una última cosa..
-si, mi señor?...
-que es lo que piensas de mí?...
Pude notar como se detuvo en seco por aquella pregunta, tenía una idea base de lo que pensaba, más siempre había ignorado su constante insistencia.
-el señor Drako... Es maravilloso, en todos los sentidos. Es fuerte, listo y amable...
No pude evitar soltar una leve carcajada, aunque estuviera muy nervioso, escuchar eso siempre subía mis ánimos.
-gracias Cathelín.. cuídate.
Escuché como hacia una reverencia y se alejaba corriendo, mientras tanto. El ocaso terminaba lentamente mientras el ejército del rey del Inframundo se acercaba más y más, conforme pasaban los minutos, la barrera mágica se formaba, la oscuridad crecía y aquellos temibles enemigos se aproximaban.
-alguien contácteme con el oráculo de los sueños!
Rápidamente, un soldado se acercó a mí y me entrego un trozo de espejo, al observar mi reflejo en este, la imagen cambio por la de una anciana, la cual me observaba sonriente
-señora... Busque a cualquier persona elegida y haga que en su mente se proyecte el futuro de nuestra derrota, no lo muestre a nadie más en el ejército, ni siquiera a mí... Necesitamos pensar que podemos hacerlo...
No respondió, simplemente se rompió el espejo, había captado el mensaje...
-soldados! Preparanse para una lucha por su hogar! Ya no se trata solo de devolver a los demonios a su reino, sino de proteger el nuestro y el reino de los humanos!
+hermano!...
Laila había llegado, podía escucharse el aleteo de cientos de dragones, los cuales serían grandes peones en esta batalla
-laila, estás lista?.. quiero que te mantengas aquí, no salgas bajo ninguna circunstancia.. entendido?
+Pero... Debes dejarme participar, no podrás hacerlo tú solo!
-Laila.. entiende, no puedo permitirme la simple posibilidad de perder a la única familia que me queda en este plano MultiTetraVerzal...
La batalla estaba comenzando, se podían escuchar los golpes de espada contra espada, los gritos de todos los nuevos cadáveres y los lamentos de todos nuestros servidores. Quiénes perdían familiares y amigos en la batalla.
La batalla se alargó durante horas, mejor dicho. Toda la noche... A las 6:00 en punto de la mañana, aquel ejército oscuro se alejó, dejándonos heridos y cansados, más no destruidos ..
-lo logramos... Señores! Esta es una prueba de que podemos lograr avanzar en esta batalla! Los elegidos, nuestra última alternativa en esta misión!, Están siendo convocados poco a poco con la intención de reclutarlos! Pero no sé confíen, pues el reino de los demonios se enterará de esto e intentará ganarnos ese paso!
Entre gritos de júbilo y dolor, entré de nuevo a la sala de los dioses, donde Laila, Cathelín y Zandharia me esperaban.
-ganamos esta batalla... Pero la guerra no ha acabado ni por asomo, convocamos a los elegidos, pronto se irán dando cuenta por si mismos de que algo no va bien en el mundo de los humanos, pero no podemos confiarnos, pues el reino de los demonios también partirá a encontrarlos y reclutarlos en esta guerra, tenemos que empezar a buscarlos tan pronto como sea posible... Convoquen a sus patrullas de búsqueda, nos dividiremos en dos equipos con tres batallones cada uno.
Aunque yo no lo quisiera, aquella situación me ponía en una cuerda floja, pues Laila era bastante reacia a que compartiera mucho tiempo con Cathelín, algo bastante irónico considerando que es mi ángel y su trabajo es no separarse de mi..
-cómo estarán divididos los batallones?...
Me sorprendió un poco el comentario de Zandharia. Pues casi ni me dirigía la palabra..
-hhhm.... Zandharia, espero puedas organizarte con Ninphen para un pacto mutuo.. irán acompañadas de Laila. Yo buscaré a Amóver y Cathelín vendrá conmigo. No aceptaré un no como respuesta, preparen sus batallones y salgan en búsqueda de los elegidos, ya.
En cosa de minutos, los dos equipos estaban listos. Ambos totalmente equipados con guerreros y buscadores, no hizo falta que diera una orden cuando todos saltaron al portal que unía el mundo de los dioses con el humano.
Un segundo capítulo algo corto y confuso, pero no hay pedul, las cosas se van a ir aclarando a lo largo de la historia.
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Susurros De Un Futuro Incierto
Science FictionXander, estudiante de 17 años. Empieza a tener problemas en su escuela y vida cotidiana cuando sus sueños empiezan a demostrar ser en realidad profecías de un futuro no muy lejano, el cual solo puede ser cambiado por el. Por esto mismo, los bandos d...