Primer Libro: Avada Kedavra

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Sólo había una pareja que seguía luchando; al parecer no se habían dado cuenta de que había llegado Dumbledore. Harry vio como Sirius esquivaba el haz de luz roja de Bellatrix y se reía de ella.

—¡Vamos, tú sabes hacerlo mejor! —le gritó Sirius, y su voz resonó por la enorme y tenebrosa habitación.

El segundo haz le acertó de lleno en el pecho.

Él no había dejado de reír del todo, pero abrió mucho los ojos, sorprendido.

Harry soltó a Neville, aunque sin darse cuenta de que lo hacía. Volvió a bajar por las gradas y saco su varita mágica al tiempo que Dumbledore también se daba vuelta hacia la tarima.

Dio la impresión de que Sirius tardaba una eternidad en caer; su cuerpo se curvó describiendo un majestuoso circulo, y en su caída hacia atrás el raído velo que colgaba del arco.

Harry vio la expresión de miedo y sorpresa del deteriorado rostro de su padrino, antes apuesto, mientras caía por el viejo arco y desaparecía detrás del velo, que se agitó un momento como si lo hubiera golpeado una fuerte ráfaga de viento y luego quedo como al principio.

Entonces Harry oyó el grito de Bellatrix Lestrange, pero comprendió que no significaba nada: Sirius solo había caído a través del velo y aparecería al otro lado en cuestión de segundos...

Sin embargo, Sirius no reapareció.

—¡SIRIUS! —gritó Harry—. ¡SIRIUS!

Harry había llegado al fondo del foso respirando entrecortadamente. Sirius debía estar tras el velo; Harry iría y lo ayudaría a levantarse...

Pero cuando llegó al suelo y corrió hacia la tarima, Lupin lo rodeó con los brazos e intentó retenerlo. Harry se movía como loco, intentado zafarse y buscar a Sirius.

—¡No, Harry! —gritó Lupin cuando Harry se soltó de él y corrió hacia el arco.

—¡Harry! —escuchó como gritaba Ginny, quien de alguna forma se había hecho una férula y corría hacía el azabache irregularmente—. ¡Espera!

—¡Ginny! ¡Harry! —gritaron Remus y Tonks pero ya ninguno de ellos escuchaba, ambos jóvenes habían atravesado el velo y ahora caían en medio de una espesura negra, gritos de dolor y alegría, risas falsas y un frío que parecía interminable.

>>Le tocaba justo después de Perks, Sally-Anne, así que fue avanzando antes de que la profesora McGonagall comenzara a decir su apellido:

—¡Potter, Harry! —mientras se acercaba escuchaba los murmullos detrás de él, ¿Y cómo no? Era el hijo del jefe del departamento de aurores y vivía en la misma casa que el niño que vivió.

Longbottom es un inútil, yo debería recibir esas ovaciones; respondió en su mente a los posibles murmullos que oían sus espaldas.

Lo último que vio, antes de que el sombrero tapara su vista, fue el comedor divido: unos tratando de ver al niño que vivió y otros tratando de mantener la mirada en él, decidiendo si Harry valía la pena o no.

—Mmm —dijo una voz en su oreja—. Difícil. Muy difícil. Lleno de valor, igual que tu padre, lo veo. La mente no es mala, igual a la de tu madre. Hay talento, vaya que sí y una buena disposición para probarte a si mismo, esto es interesante... Entonces, ¿dónde te pondré?

Harry mantuvo la mente en blanco, el sombrero haría un buen trabajo.

—Estoy seguro, eres ¡Slytherin!<<

Los flashes de recuerdos azotaban la mente de Harry, haciendo que le doliera y gritara por los cambios.

>>Harry reía de algo que le había dicho Draco Malfoy, su mejor amigo, mientras veían como el niño que vivió se levantaba del suelo con paso torpe y pasaba entre temerario y determinado frente a la mesa de las serpientes para reunirse más adelante con el resto de lo que ellos llamaban el "Trío de Oro", Ron Weasley y Hermione Granger.<<

Volteó a ver a la pelirroja a su lado y la observó en posición fetal, apretando sus oídos y con las lágrimas surcando su rostro.

>>Draco apretaba la pluma con fuerza, procurando que su letra fuera distinta a la acostumbrada ya que así no se metería en líos con nadie por hacer lo que hizo. "Tuberías", escribió al final del párrafo para que luego Harry tomase el libro y lo dejase donde estaba antes para que la chica de cabellos alborotados lo tomará; todo lo hacían por Ginny, todo para que el inútil de Longbottom la salvara pues era el único que sabía hablar pársel.<<

Ginny sollozó y estiró una mano buscando con desesperación a Harry, quién la tomó con fuerza y se prometió en silencio que no la soltaría jamás.

>>Soleil reía levemente, Draco negaba sonriente por el mal chiste muggle que había dicho, Daphne intentaba contener la risa mientras que Blaise reía a carcajadas y solo Theo había permanecido inmutable ante el alboroto, leyendo un libro sin títulos con expresión de desespero. Harry no podía tener mejores amigos que ellos.<<

Un sentimiento atacó el pecho de Harry, era el mismo sentimiento de alegría y cariño que sentía con los Weasley, Hermione, Neville y hasta ahora, Luna.

>>Lily Potter entró a la habitación de su hijo con paso firme, no entendía que le pasaba a ese muchacho.

—¿Qué crees que haces, Harry James Potter? —gruñó al ver el equipaje de su hijo mayor.

—Iré con Severus, no soporto estar aquí con ese inútil, Liliane.

—¡Cuida tus modales! ¡Soy tu madre! —gritó furiosa la pelirroja, no iba a permitir tales comportamientos solo por celos.

—¡Pues sé mi madre! ¡Últimamente solo te preocupas por Longbottom y por Adhara! ¡Yo también existo! —de un golpe cerró el baúl y el azabache bajó las escaleras, llegando primero a la chimenea que sus padres y yéndose con su padrino materno, Severus Snape.<<

Otro sentimiento más, era esa calidez que se tenía hacia una figura paterna y en este caso era dirigida hacia su profesor de Pociones, cosa que lo tomó por sorpresa y lo dejó sin aire.

Ese fue el último recuerdo que tuvo Harry, lo último que vio en su cabeza antes de que se sumergiera en un profundo sueño donde todo era negro.

Editado.

A través del velo | fanficción harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora