Revancha

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Llevaba días aislado del mundo.
No había contestado ni los mensajes ni las llamadas de su mánager, tampoco había revisado sus redes sociales. Lanzó la bomba y se ocultó en una trinchera para evitar recibir más daño. Exponer a Iván de esa manera no había sido del todo correcto, no quería convertirse en el verdugo de nadie, ni que la gente lo culpara por lo que había hecho. Él también le tenía miedo al escrutinio público porque sabía de sobra que las personas podían ser demasiado crueles. No planeaba retomar su canal y seguir subiendo videos como si nada hubiese sucedido, todavía no estaba listo para enfrentarse a sus fans, y no sabía si algún día volvería a estarlo. Entonces, en medio de toda esa ola de sentimientos, aparecía Manuel. Su sonrisa linda y sincera, sus abrazos, sus palabras de aliento. El recuerdo de Manuel era lo que había evitado que Ian cometiera una locura, porque sí, lo había pensado muchísimas veces, pero no había tenido el valor para hacerlo.
Tomó su teléfono y se metió a la galería para buscar las fotos que se habían tomado juntos. Solía mirarlas cuando la tristeza y la soledad le estrujaban el pecho.
En ese momento, la burbuja del chat apareció en una esquina de la pantalla. Ian se sentó de golpe en la cama al ver que quién le había escrito era Manuel. Se tomó unos instantes para decidir qué hacer; al final acabó abriendo el chat.

“Hola, emm… vi tu directo. Sé que tal vez no debería escribirte, pero estoy muy preocupado por ti. Me gustaría que por lo menos me dijeras que estás bien, y prometo ya no volver a molestarte. Fuiste muy valiente al exponer a Iván, no sé si lo has visto, ¡pero hay muchísima gente apoyándote! En fin… no quiero explayarme mucho, realmente espero que estés bien, te mando un abrazo”.

. . .

—¡Dile que lo quieres!

—¡No!, ¿estás loca? Él rompió conmigo, Vale. Bueno, no sé si puedo llamarlo así, porque ni siquiera llegamos a concretar nada. Solo quiero asegurarme de que está bien y nada más…

—¡Ay, Manu! —Valeria bufó, cruzándose de brazos—. Definitivamente no sabes nada de esto. De seguro él va a estar contento de saber que piensas en él, que lo extrañas y que lo quieres. La carta que te dejó es preciosa, no sabía que nuestro bebé era un romántico empedernido…

Manuel dejó escapar un suspiro.

—Te lo dije, él es mucho más genial de lo que creíamos… es…

—¡Ay por Dios! —Señaló la pantalla, emocionada—. ¡Lo leyó, lo leyó! ¿Ves?, ¡te dije que estaba pendiente de ti!

Manuel se acercó a la laptop, mirando los dos tics que indicaban que Ian había recibido el mensaje. Puso los dedos sobre el teclado, tragando saliva.

—¡Díselo, anda!

“Te quiero…”

Fue su amiga quién envió el mensaje al ver que Manuel comenzaba a acobardarse.
Un mensaje corto, concreto y cargado de sentimientos.

. . .

El fin de semana había llegado y Manuel no había recibido noticias de Ian. La emoción se quedó en aquel mensaje que le mandó, el cual nunca se dignó a contestar. Manuel asumió que su indiferencia fue una manera de hacerle saber que no quería seguir teniendo contacto con él, así que prefirió dejar de echarle sal a la herida y no seguir escribiéndole. Jamás se imaginó que su primera desilusión amorosa sería con Ian.

—¿Qué vas a hacer esta tarde?

Valeria llevaba la mochila colgada de un hombro, y una carpeta llena de fotocopias en la mano.

Manuel se encogió de hombros.

—Mirar películas, repasar los apuntes que me prestaste y dormir —contestó a secas.

El show de IanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora