Quince Valentines

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Ya pasaron cuatro días de casting... ¡Y ningún chico es mi favorito! Todos son raros, altos, bajos, con pelo lamido por una vaca, con rulos extravagantes, demasiado flacos, demasiado gordos, con ojeras como zombis, con demasiado humor como para sospechar que no tomó algo antes de entrar a la presentación... ¡Esto es tan difícil!

Para colmo, mi primo Octavio me acaba de mandar una foto diciéndome que se puso crema antiacné... Pero es alérgico a lo que contiene la crema, así que le salió aun más sarpullido y ahora tiene la cara inflamada.

Octavo Valentín

Mi amiga casi se desmaya cuando ve entrar al muchacho. No está para nada mal, aunque tampoco es para desmayarse. Sus ojos verdes se iluminan con expresión actoral a la vez que sonríe con una dentadura perfecta. Es lo que estaba buscando. Su cabellera rubia y larga hasta los hombros me recuerdan a un Jon Bon Jovi joven y siento que puede ayudarme a hacer mi gran entrada a la fiesta. Sé que las invitadas suspirarían por él solo con verlo.

—¿Y cuál es tu talento? —cuestiono. Arquea una fina ceja rubia, depilada mejor que las mías, y se encoge de hombros. Brenda me mira con los ojos abiertos de par en par.

—¿No lo conocés? —interroga en un cuchicheo. Niego con la cabeza—. ¡Valentín Teen! —Sigo sin saber quién es. Bufa—. El actor youtuber juvenil del momento, ¡daah! —Rueda los ojos como si fuese obvio—. ¿No es un bombón? ¡Todas las chicas le sacan fotos en la calle, tiene miles de seguidores en twitter, es lo más!

—Bueno, eso es genial. —Vuelvo a mirar al muchacho—. Entonces, además de ser actor, ¿hacés algo más?

Asiente con la cabeza y esboza una media sonrisa. Se lleva una mano a la axila y empieza la tortura. Se pone a cantar El pollito pío (imitando a los animales a la perfección) mientras usa de ritmo los ruidos de pedos que hace con su mano. Arrugo la nariz y suspiro. Podría ser peor.

—Valentín —le digo—. Te voy a llamar al final del casting para avisarte si sos elegido. Igual, por ahora vas ganando.

—¡Sí! —festeja—. Gracias, preciosas.

Toma mi mano para depositar un beso en ella, pero a cambio siento el olor de su axila y es... muy fuerte. Existen los desodorantes, querido.

—Una pregunta más —dice la estrella de Youtube—. ¿Tu cumpleaños cae jueves, no? —Hago un sonido afirmativo—. ¿Podrías pasarlo para el sábado o domingo? Es que es raro un día de semana.

—¡No! —contesto ofendida—. Cumplo el catorce de febrero, son vacaciones y hago la fiesta cuando quiero. ¡Es mi fiesta!

El chico se va arrastrando los pies y Brenda suspira.

—Es un galán impresionante.

—Un galán con un olor a chivo impresionante —agrego—. Al menos, es famoso y mi fiesta va a ser reconocida. Prefiero a alguien lindo con olor a cebolla, que mi primo feo, inflamado y con olor a huevos...

Ella estalla en carcajadas y sé lo mal que eso sonó.

—¡Es que vende huevos en su pueblo! —exclamo intentando explicar el porqué dije eso. Pero ya es demasiado tarde, su risa incontenible me dice que ya malpensó toda la situación.