Noche de chicos

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—... entonces Fusshi siguió tomando fotos aunque el gato lo estaba arañando, ¡¿puedes creerlo?! Y Saga estuvo de acuerdo con... —Ashiya llevaba un rato hablando entusiasmado de cosas que habían sucedido en clase mientras Abeno dormía, éste último sólo daba vagas respuestas, sin prestar una atención real a lo que decía; se había vuelto un poco mejor fingiendo escuchar—... ¡y lo hizo de nuevo!

—¿Falta mucho para llegar? —la pregunta confundió al de cabello oscuro por lo repentina, pero se las arregló para dar una respuesta.

Abeno no había imaginado cómo había conseguido recorrer ese camino con la bola de pelos cuando fue poseído por primera vez. Había subestimado su resistencia, aunque tal vez sólo se sentía cansado por sus horarios irregulares de dormir y el calor que hacía. Había pasado un tiempo desde la última vez que decidió caminar de ese modo en la ciudad en lugar de usar la Mononokean; sus pies dolían por lo sólido del pavimento y sentía el sudor deslizarse por su espalda.

—La florería queda sólo a una cuadra, resiste un poco más.

—¿Hah? —inquirió el rubio—. Dijiste lo mismo dos cuadras atrás.

—¿Eh? ¿por qué estás enojado? ¡Fuiste tú quien insistió en caminar en lugar de usar la Mononokean! —Ashiya iba a decir algo más cuando divisó a su madre despidiéndose de una clienta frecuente en la entrada de la florería—. ¿Viste? Sólo era una cuadra.

El otro sólo chasqueó la lengua e inclinó la cabeza en una reverencia una vez estuvieron cerca de la mujer.

—¡Vaya! Chicos, llegaron pronto —los saludó Nara ofreciéndoles pasar—. Para la cena haré mariscos, aunque aún no los descongelo y, ¿oh? ¿esas son ropas tradicionales? —su sorpresa ante la vestimenta del rubio no se hizo esperar.

—Ah, sí, a Abeno le gustan las ropas tradicionales... Ehh, comimos algo en el camino y aún falta bastante para que sea hora de cenar, ¡así que por el momento estaremos en mi habitación estudiando algunas cosas! —explicó Ashiya esperando que su madre no notara que el otro ni siquiera llevaba su mochila.

Su empleado lo guió hasta su cuarto, donde tomaron asiento poco después.

—Hubiera sido bueno ir por Peludito antes de venir —opinó el azabache tras dejar sus cosas—. Ah, tengo que cambiarme, ¿podrías esperar?

El rubio solamente asintió mientras observaba al otro sacar algunas prendas de un cajón y antes de que pudiera preguntar si se iba a cambiar en la habitación éste salió posiblemente hacia el baño. Abeno imaginó que tardaría un poco por lo que aprovechó la espera para llamar a la Mononokean y explicarle que estaría con Ashiya, además de dejar a la bola de pelos sumarse a la "noche de chicos" como la había llamado su empleado.

—¡Abeno-san no husmees en...! —el más bajo entró de improviso con su camisa blanca mal abrochada. Al ver a Peludito esperándolo sobre la cama no se tardó en abalanzarse sobre la bola de pelos para saludar mientras expresaba su sorpresa de su presencia—. ¡Gracias, Abeno-san! Con Peludito aquí estamos todo el Escuadrón Mononokean.

—¿Hah? —tratando de ocultar su disgusto ante el nombre que Ashiya se había inventado, desvió su atención a otro detalle—. ¿No ibas a cambiarte?

Ashiya dejó a Peludito y abrochó correctamente los botones de su camisa para después pararse frente al rubio con los brazos extendidos.

—¡Eso fue lo que hice! 

El otro arqueó una ceja sin encontrar la diferencia entre su ropa habitual y lo que usaba ahora.

—Por cierto, hace tiempo quería preguntarlo pero —el de ojos azules dudó un poco antes de continuar—. ¿Me has estado ocultando algo?

Entre humanos y demonios (Fukigen na Mononokean) (Abeshiya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora