Capitulo 4

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No podía negarlo aunque quisiera, me sentía mal con Lisa, sabía que le había lastimado, pero prefería eso a darle falsas ilusiones, al pasar por el súper, mi garganta me pidió con urgencia que la llenara con el ardiente sabor del licor, en cuestión de minutos ya estaba en mi casa, no puedo decir que disfruté del viaje, no lo hice, pensaba en Lisa, sentía cariño por ella pero no el suficiente para entablar una relación, Mauro, el chofer que había tomado aquel día, parqueo el carro frente a la entrada principal, algo inusual, llamó mi atención,  una moto roja con rines de lujos negros y un casco a juego con los colores antes descritos, se encontraba estacionada dentro de la propiedad, sin duda alguna era la moto de Yader.

-Seguramente ha terminado su compromiso antes-Pensé ilusa mientras arreglaba mi desarreglada melena.

Abrí la puerta de madera que se encontraba justo frente a mí, empecé a buscarlo en el recibidor, proseguí por la sala, el comedor, incluso la cocina, pero fue en vano, él no estaba, fue entonces cuando desesperada por buscar tanto, me dirigí al patio de atrás, cuando mis pasos silenciosos se dirigían hacia dicho lugar, la luz que se asomaba por la puerta entreabierta del estudio de mi madre, llamó mi atención, decidí echar un vistazo, pero la imagen que vería a continuación no podría perdonarla nunca.

Era ella, mi madre, la refinada dama de sociedad y católica obsesionada con los Diez Mandamientos, con el idiota de Yader, sus ropas estaban tiradas a un lado del estudio, sus cuerpos modelaban desnudez total, entre los dos, creaban una lujuriosa estampa llena de pecado y adulterio, él posicionaba su lengua con fuerza en la feminidad de mi refinada madre, mientras las piernas de la antes mencionada reposaban sobre los hombros del que yo consideraba mi amante.

-Vaya que me vine a encontrar-hablé molesta, mientras a suaves pasos me empecé a adentrar al estudio de arte-justamente ahora, ¿me pueden empezar a explicar lo que sucede aquí?-pregunté cruzando mis brazos al nivel del esternón.

Mi madre se asustó mucho, supongo que pensaba que yo me dilataría más tiempo, bajó las piernas de los hombros de Yader y tapó con su vestido su desnudez.

-So...Sofía-habló con su voz entrecortada-yo puedo explicarlo todo...-su rostro se empezó a teñir de rojo escarlata-te lo juro....

-¿Que me vas a explicar?-Pregunté llena de molestia y confusión-¿Que estabas por cogerte al que siempre llamaste mala influencia para mí?-dije mientras señalaba a Yader.

-Las cosas no son como piensas Sofía!-señaló empezando a llorar.

Ella intentaba desesperadamente calmar mi furia, lentamente me adentré aún más en aquel cuarto que se encontraba lleno de pinturas al óleo, mientras que el poca cosa de Yader Abotonaba uno a uno los botones de su arrugada camisa.

-él vino a buscarte.-dijo ella temblando.

-Y como yo no estaba, tú lo atendiste muy bien, ¿cierto madre?- le recriminé con mis ojos llorosos- y tú,-me referí a él con deprecio-despojo de hombre-le insulté sin interés en medir mis palabras-habla o acaso ¿te cortaron las pocas bolas que tienes?

-Yo... yo...-tartamudeaba- Sofí perdóname!

-No me vuelvas a llamar así!-contesté molesta,

-Sofía escúchame hija, tienes que relajarte, y oír como sucedieron las cosas-suplicó mi madre casi doblándose de rodillas.

-No quiero saber nada mas- le contesté segura de lo que decía- y tu Yader, vete!!-grité alterada-largo de mi casa.-señalando la puerta de salida del estudio con mi mano.

El joven de veinte tantos, se levantó del sillón, tratando de evitar mis ojos que destilaban fuego, yo salí corriendo tras de él, necesitaba desquitar mi furia, necesitaba saciar mi sed de venganza, saqué una de las botellas de licor del convertible rojo, y se la tire encima, por desgracia, por mi mala puntería, no logré impactarle el cuerpo, la botella pasó a un costado de él, El Fuerte golpe de los cientos de pedazos de vidrio, hizo un estruendoso sonido, todos los guardas de seguridad que se encontraban de turno, voltearon a ver asustados por aquel acontecimiento, vi a dos colocarse firmes con sus armas en la aguja de seguridad, a otros dos correr hacia Yader, y a uno correr hacia mí, me quede estática quería ver su cara de miedo.

Divina TentacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora