Marina Fernández

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Si habéis seguido los relatos previos, Marina fue la 1º chica con la que salí, la menciono un poco de pasada, pero en realidad fue mi 1º amor, desde el colegio me había quedado enamorado de ella, era una de las pocas que me trataba bien y no con asco por mi aspecto orondo, fue la mujer que vio a través de toda aquella grasa y vio a un buen chico, y me dio la oportunidad de salir con ella un par de veces, la única que me concedió ese honor, y como tal quise que fuera la del pistoletazo de salida, quería regalarle eso al menos, se lo había merecido.

El problema era que cuando salimos un par de veces, ella era la empollona de clase, una dulzura de niña, una muñequilla rubia, de ojos azules, con cara de ángel, aun sin desarrollar su físico debido a nuestra edad, pero me parecía lo mas bello del mundo por entonces, para mi era como la historia de la bella y la bestia, la había protegido en el colegio de los que querían meterse con ella, pero las citas no fueron bien, aparte de tirarle una copa entera encima por ponerme nervioso en la 1º, en la 2º no acerté con el plan o algo, se debió de aburir tanto que me dio las gracias pero me pidió, amablemente, que lo dejáramos allí, dándome un beso en la mejilla.

Aquel diamante en bruto se había convertido en una mujer de bandera, sus pechos habían crecido de manera veloz y sus curvas eran claras, pero disimuladas por su forma de vestir, siempre elegante y poco provocadora, tenia una madre muy estricta en ese aspecto, que la había educado para ser una señorita, ¿sabéis?, de esas que para coger algo del suelo se agachan doblando las piernas y las rodillas, no poniendo el culo en pompa enseñando medio tanga. Su media melena rubia y su forma de moverse y colocárselo todo sobre un hombro, de forma elegante, me habían tenido embobado durante cursos enteros, le pusieron unas gafas para leer de cerca, pero eso en vez de empeorarla le daba un rollo secretaria que ponía 100 a mas de uno, y su clase no paso desapercibida, salió con chicos y aunque sus medias de 10 bajaron algo seguía siendo de las mejores de clase. Se echo un novio que le duro varios cursos, y tuvo sexo con el, el tipo era un bocazas y un imbécil y lo fue diciendo, al inicio del ultimo curso le echaron por mala conducta y ella le dejo por ir divulgando sus relaciones sexuales, me entere en el hospital y me pareció genial, era un capullo.

Era mi oportunidad, estaba en mi clase y fue de las chicas que mas se había preocupado por mi por la operación, y mas se había acercado desde mi vuelta, sin que se supiera aun de mi fama, y sin ver en sus ojos azules mas que cariño y ternura. No sabia como atacarla, no quería que fuera un acto mecanizado, si no un regalo, pase días ideando como lograr su atención y llegar a un punto en que ella volviera a aceptar salir conmigo de nuevo. Por suerte nos toco hacer un trabajo de Grecia en grupos de 2, no tanta ya que a mi me toco con un pesado que iba de anti-sistema pero con consolas y móviles de ultima generación con el dinero de sus padres, a ella le toco con otro chico, maniobre con la profesora para indicarla que erramos una mala pareja ya que los 2 éramos muy vagos, que si me pusiera con alguien mas listo rendiría mejor, supongo que por mi fama de la opresión y pena, cedió y me puso con Marina, mas adelante os contare como se lo agradecí a esa profesora.

-YO: bueno parece que nos volvemos a encontrar, jejeje

-MARINA: menos mal, estaba harta de ese crío que me habían puesto, no hacia mas que tirarme los trastos.- vale, esto no iba a ser sencillo.

Temiendo cualquier represalia por su alerta, solo hablamos del trabajo, y como os decía, no soy tonto, si me pongo entiendo perfectamente y la historia antigua me encanta, atendiendo a sus directrices aportaba idas, ella era lista pero le faltaba creatividad, yo le daba ese plus a la hora de cómo presentar determinado tema, o que cosas eran las mas normales y que otras podíamos trabajar mejor para salirnos del trabajo convencional. La charla fue animada, se sentía cómoda conmigo, eso nunca había cambiado, y de vez en cuando aprovechaba para rozar la piel de su mano con cualquier excusa, como centrar su mirada a una pareja que estaba haciendo el tonto, o gastarla alguna broma, nada pecaminoso. Termino la clase y casi habíamos encuadrado la idea general de lo que queríamos presentar y como, me dio su nuevo teléfono ya que lo había cambiado, para estar en contacto por si se nos ocurría algo nuevo para el trabajo.

Relatos Eroticos - Mi DonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora