Rocío

6K 36 1
                                    

Era la zorra oficial de ultimo curso, de ella se había dicho de todo, que se dejaba hacer de todo, que se tiraba al profesor de francés, que se follaba a cualquiera solo pidiéndoselo, yo constate a lo largo de los cursos que era una falsedad, desesperado me acercaba a ella y la trataba bien con la esperanza de que fuera cierta su fama, pero nunca pensó en mi de esa manera, pero si que jugaba conmigo, lo hacia con todos, yo la dejaba por que me sentía cerca de ella, se sentaba en mi regazo, me daba abrazos demasiado largos, pegaba su cintura a mi pelvis, la acompañaba a su casa, siempre jugaba y lograba lo que quería de mi, hasta la operación, cuando volví supe que tenia un novio o una especie de folla-amigo, un "cani poligonero" con un coche de bajo presupuesto tuneado de forma cutre, que la venia a buscar todos los días después de clase, si ella jugaba conmigo, con el hacia lo que quería, supongo que a cambio de sexo, era su taxi personal.

Rocío era una mujer atractiva, morena, de melena larga, delgada, pómulos altos y sonrisa picara, siempre iba con camisetas y tops ceñidos que resaltaban sus pechos, nada anormal pero los exhibía, se le marcaban muy bien y llevaba escotes pronunciados, pantalones de tiro bajo que se le pegaban a la cintura y no dejaban nada a la imaginación, algo de caderas anchas pero no exagerado, lo que llamamos en España un culo carpeta, siempre con tanga, y no era difícil adivinarlo, siempre que se sentaba se le veía claramente el tanga y medio culo, casi hasta donde la tela se metía entre sus glúteos, era imposible que ella no lo supiera y un así siempre iba vestida igual, algunas otras les pasaba, se puso de moda ir enseñando el tanga, pero se medio tapaban o se subían el pantalón por el cinturón, ella no. Mediría 1,70, siempre en zapatillas y con el pelo suelto, y me fije que de forma natural, o no, ella siempre echaba los hombros hacia atrás, ofreciendo y pronunciando su pecho. Tenía 2 piercings, uno en el ombligo y otro en la lengua, con el que no paraba quieta, jugueteaba con su lengua y lo movía contra los dientes, haciendo ruidos evidentes.

Como os he dicho, la conocía y hasta la defendía en ocasiones de sus zorrerías ante los demás cuando la acusaban falsamente de haberme follado a mi, ojalá, quizá con la esperanza de que me la follara de verdad yo también, muchos chicos que habían estado con ella decían que era una loba en la cama, y otros muchos decían habérsela tirado sin ser cierto, pero ella no lo desmentía nunca, le gustaba ese juego de dejar la duda en el aire.

Los primeros rumores sobre mi debieron llegarle a su oído, y note como con el paso de los días se fue acercando mas a mi, saludándome al inicio, luego quedándose conmigo en la hora de descanso, y esperándome luego para salir del instituto, charlábamos mientras su folla-amigo esperaba a su lado con el coche como un panoli, hablábamos de las cosas de siempre, tonterías, ella solo tenia, o demostró, el recurso del sexo para hacer bromas, menospreciando su cuerpo, "joder como me gustaría tener las tetas de esa y no estas birrias" y se las agarraba levantándoselas, o me hacia a mi hacerlo delante de su pelele, o el sexo para tratar de hacerme reír, "esa es mas fea que la polla de este" señalo al panoli. La seguía el rollo pero la cale enseguida, hace 7 meses me tendría comiendo de la mano como un chihuahua salido, pero yo ya no lo era, era un rottweiler. Llegaba a hacerme acompañarla a su casa, mientras nosotros íbamos en la parte de atrás del coche, el panoli nos llevaba, era su chofer, me pareció ridículo y denigrante por el, pero así era yo no hacia mucho. Nos subíamos a su casa y mientras el se queda en el salón ella me llevaba a su cuarto y se cambiaba delante de mi, ya lo había echo alguna vez antes de la operación, pero ahora se recreaba, se quedaba en sujetador y tanga, no tenia ninguna prisa por volverse a vestir.

Tenia un cuerpo de cine, como casi todas, la piel suave y tersa por la edad, el sujetador le levantaba las tetas un poco, casi le rebosaban, se notaba que eran alguna talla menos de la que debía de usar, la imagen de ella agachándose con el tanga la tendré gravada en mi cabeza para siempre, claro que me empalmaba, pero lo disimulaba bastante bien, no quería que notara la facilidad de mi reacción ante ella, luego me desahogaba con alguna de las chicas que caían en mi juego, no quería que fuera rápido, quería que se esforzara, que lo deseara, que se enfadara por no lograrlo el premio, hacerla llegar a la frustración, como me había hecho a mi, y seguí haciendo con los demás, el papel de mojigato lo clavaba, había sido uno de esos mucho tiempo.

Relatos Eroticos - Mi DonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora