Pérdida

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Es de madrugada lo sé, por el frio que siento, también sé que estoy soñando aun cuando no recuerdo nada, pero es el sonido de una llamada entrante en mi teléfono cedular lo que me despertó.

─Hola─ mi voz es un susurro de confusión por el sueño que nubla mi mente

─Zoe, Soy Aneleh...─ si ella me está llamando... es porque algo muy grave a pasado

─Aneleh... ¿Qué pasa?─ su silencio, hace me que mi mente despierte en su totalidad

─Tu abuelo acaba de fallecer... y queríamos saber si deseas ir a su velatorio─ después de una semana de sufrimiento el padre de mi papá a muerto.

─¡Claro Aneleh! Digale a mi papá que pase por mi─ salto de la cama para ir al baño y mi mente se centra en pensar si tengo la ropa adecuado para una situación como esta.

En cuestión de una hora estoy lista, para acompañar a mi papá en este momento tan difícil para él.

Cuando finalmente llega por mí, me subo al carro y lo miro, y él hombre más importante en mi vida me regala una sonrisa triste... yo le devuelvo el gesto... luego giro mi mirada para ver a mis medios hermanos Carolina de 10 años, Juan Ángel de 6 años y el pequeño Eliuth de 4 meses.

Yo soy su hija mayor, soy Zoe con 30 años, y dos hijas, la cuales en este momento se quedaran bajo el cuidado de mi abuela Ana, quien es madre de mi mamá... luego sigue mi hermana Astrid con 24 años, ella no puede acompañarnos por su trabajo.

Así que aquí estoy yendo de camino a la casa de mis abuelos, a quienes no he visto desde hace unos 8 años, pero me reencontré con ellos hace unos meses pero solo fue un breve saludo.

Los niños me saludan después de todo soy su hermana y Aneleh me sonríe y me cuenta las ultimas noticias sobre la muerte de mi abuelo. La escucho y también la observo hace 15 año ella fue en parte responsable de que mi mundo se fracturara y cayera en pedazos a mi alrededor.

Finalmente llegamos a la casa de mi tía Lucia, es en esta casa que mi abuelo pasó sus últimos meses de vida. Mis abuelos, hace muchos tiempo atrás vendieron su casa, la que guardaba fielmente muchos de mis recuerdos de infancia, y veo a toda mi familia paterna reunida, es increíble como la muerte reúne a una familia y amistades.

Tanto mis tíos, tías y primos me reciben muy bien como si, mi visita fuera de los más normal, cuando hace casi una década que no me ven.

─Bendición Abuela─ A mi abuela Hilda es a la única que le pido la bendición y es algo por lo cual mi madre fue fuertemente criticada pero ella decía que no importaba que cada quien educaba como creí que era lo mejor.

─Bendición Pelo Lindo─ la beso y sonrió que aún me llame así aun cuando mi cabello ya no es rubio como fue cuando era un pequeña de 3 años. ─Se fue tu abuelo─ me dice antes de que comience a llorar y lo único que pueda hacer es abrazarla... que puedo decirle... a mi abuela... después de perder a su pareja de 56 años. No hay palabras para consolar está perdida.

Paso un tiempo a lado de mi abuela mientras recibe muestras de condolencia por su perdida y mientras tanto, en el interior de la casa están preparando a mi abuelo para su velatorio... yo observo como los demás derraman lágrimas de dolor, ya sea abiertamente o la intimidad de su soledad alejado de la muchedumbre.

Finalmente mi abuela es sedada para que pueda dormir un poco, antes de irnos a la sala de velación. Estoy dando vueltas, revoloteando como una mariposa, ya que no sé de qué manera ayudar, al final decido cuidar de Eliuth el pobre bebé aún no ha logrado dormir su siesta.

He logrado que el bebé se duerma en mis brazos, ha llegado mucho más gente de la que pensaba a mucha no la conozco y soy presentada y algunas de esas personas se sorprenden la saber que soy la hija mayor de Juan Manuel Jarquín.

Sonrió y les dijo sí, soy su hija, y este bebé es mi hermano, se sorprenden pero y luego sueltan bromas.

Finalmente estamos en la sala de velación, y si llegando gente, y me sorprende al ver la cantidad de familia.

Y comienzo a sentirme sola, porque aunque mis primos me hablan y me saludan no están junto a mí, están entre ellos apoyándose entre ellos, y al final lo comprendo soy una extraña en mi familia paterna.

Así que por instinto abrazo con más fuerza al pequeño en mis brazos, él me hace sentir útil, o quizás es que yo lo escogí como un escudo para protegerme de esta soledad tan abrumadora.

Las horas pasan lentamente y cuando es media noche todos los amigos sean ido y solo queda la familia, muchos rompen a llorar y yo solo los miro y mi corazón de algún modo se siente herido.

Tengo a la oportunidad de acércame al ataúd y ver a mi abuelo al gran Juan Antonio Jarquín y no ha cambiado mucho desde que lo recuerdo, lo recuerdo bailando con cada una de mis tías y finalmente con mi abuela, y sonrío porque ellos fueron felices y también pelearon, pero lograron pasar todo ese tiempo juntos.

Y ahora lloro no solo por la muerte de mi abuelo, sino también porque he comprendido que cuando papá se fue de la casa no solo perdí a mi padre, sino que también perdí abuelos, tíos, primos, momentos en familia. Pero ellos nunca pensaron en mí como la niña que perdía a su familia, simplemente apoyaron a su hijo. Con la idea que de yo en algún momento lo buscaría... si lo busque pero él, mejor que nadie, sabe que aún tengo en corazón roto... porque él fue el primer hombre que me fallo... el primero que hizo trizas mi corazón de niña. Que él es el principal responsable que no crea en el matrimonio... porque prefiero herir antes de ser herida.

Giro a mí alrededor para poder ver cada miembro de esta familia que dice ser mía pero en realidad no lo es... Porque cada quien escogió un bando, y nadie escogió el mío...

Ahora que mi abuelo ya descansa en paz en el campo santo que eligió, cada quien sigue con su vida, y la verdad no sé si su muerte me acerca a mi familia paterna.

Eso solo el tiempo me lo dirá, después de todo cada uno de nosotros tiene su vida.

Ilusiones a la distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora