10. Afecto

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(Este OS está ambientado en un AU de súcubos e íncubos que creó mi amiga  )

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Rose siempre había tenido una gran habilidad para manejar sus emociones, exagerarlas, fingirlas o suprimirlas, cosa no poco habitual en súcubos, aún más de alto rango como ella.

En su vida, Rose había entrado y salido del mundo humano a placer, había conocido muchos tipos de humanos, la mayoría aburridos con sus pobres vidas mundanas.

Sin embargo, el humano que había reclamado recientemente, le parecía curioso, diferente de alguna forma.

Claro, Seto Kaiba tenía una mente aguda, un carácter firme y un intelecto superior al humano promedio. Era una pena que fuese tan tozudo con respecto a todo lo sobrenatural ¡Incluso teniéndola a ella en su vida desde hacía un par de días ya! ¡Incluso su hermano menor era más receptivo! Y eso que el pelinegro ya estaba entrando en la adolescencia, parecía que la curiosidad inherente a la infancia no lo había abandonado.

Si es que quien no quiere ver...

Pero bueno, Seto era un reto muy divertido para Rose, sabía responder ágilmente a los pequeños trucos que ella le ponía de vez en cuando. Claro, solo porque ella lo permitía, pero ciertamente era divertido.

Y era tan gracioso verlo intentar oponerse o darle órdenes ¡Ja! Hasta se creía que ella iba a quedarse en la mansión mientras él se iba todo el día a dirigir su corporación.

Y por eso mismo ahora estaba flotando unos pocos centímetros bajo del techo de la espaciosa -y de buen gusto, en su opinión- oficina presidencial, mientras el castaño daba vueltas por el piso, con una tablet en mano derecha, una taza de café en la izquierda y soltando instrucciones, órdenes y reprimendas por medio de un micrófono inalámbrico que tenía enganchado en la oreja.

Llevaba así al menos quince minutos -ese café ya debería estar frío, de no ser por su amabilidad de mantenerlo tibio para él- cuando ella dejó de escuchar voces desde el aparato, así que bajó, aterrizando insonora y elegantemente sobre sus botas de tacón negro-azulado.

— ¿Ya te cansaste de revolotear? —consultó el castaño, sin dirigirle la mirada.

Rose peinó, descuidadamente, un mechón de su pelo blanco, adornado por horquillas de rubí, tan rojas como sus ojos —solo estiraba un poco las alas.

Seto frunció el ceño ligeramente —podrías haberlo hecho más cómodamente en la mansión que aquí.

—Pero no tienes ni un gramo de confianza en dejarme con tu hermano ¿no es así? —trajo a colación la albina, llevándose una mano a la cintura, muy divertida con el hecho de que Seto estaba intentando no mirarla —además... —ella rodó los ojos — ¿me dirás acaso que dejas a tus empleados entrar cuando quieran a oficina? —remarcó.

El CEO entonces la confrontó —aquí todo funciona bajo mi mandato y nadie entra sin mi permiso —dijo casi en un gruñido.

Rose sonrió y caminó hacia él, meneando las caderas a conciencia. Era divertido verlo tragar en seco, a pesar de que ella no usaba su encanto de súcubo en él para fascinarlo; no era algo que el humano necesitara saber aún —entonces no hay problema alguno, Cielo, ya deja la amargura —ella canturreó, llevando una mano con largas uñas pintadas de rojo hasta el cabello castaño.

Seto, sin embargo, tuvo la fuerza de voluntad para detenerle la mano en el aire, a lo que la albina soltó una risilla y envolvió su cola en el brazo que la 'retenía' — ¿Quieres jugar de nuevo a ver quién es más fuerte? —se relamió los labios —no tengo problemas.

Las 14 Flechas de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora