Capítulo 2: Coleccionista

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Lyon la dejó sola para que pudiera cambiarse en privado, asegurándole que él no era ningún depravado para espiarla mientras se quitaba la ropa. Juvia quiso aprovechar esa situación para intentar abrir la ventana y escapar por allí, pero se encontró con la frustración de ver que los vidrios no se abrían de ninguna forma. Luego trató de romper los cristales con algún objeto, pero el material era sumamente resistente. No tenía escapatoria, al menos no por allí.

Decidió aceptar el ofrecimiento del vestido y se cambió mientras pensaba la forma de huir. Sentir la ropa cálida sobre su piel fría le trajo cierto alivio que recibió con gusto. Un problema menos de que ocuparse.

— Juvia, ¿Estás lista? — Escuchó que le preguntaba del otro lado de la puerta.

— Aún no, Lyon-sama. Juvia estará vestida en unos minutos.

— De acuerdo. Prepararé algo de cenar. Luego vendré a buscarte.

— Sería mejor si Lyon-sama dejara la puerta abierta. Juvia lo buscará cuando termine.

El chico no le contestó y ella suspiró con resignación, valió la pena intentarlo de esa forma.

En la parte inferior del armario encontró las botas que hacían juego con cada vestido. Su estómago se retorció al reconocer el cuidadoso detalle que Lyon tenía sobre el vestuario que ella solía usar, pero lo que realmente le heló la sangre fue que uno de los trajes tenía colgado en la parte superior un muñeco Teru Teru Bozu que solía utilizar en sus ropas durante los tiempos de Phantom Lord, antes de unirse a Fairy Tail y mucho antes de conocer al mago de cabellos blancos. Se reincorporó para observarlo mejor y extendió su mano para tocarlo... Los recuerdos la invadieron, el fantasma de la soledad la acechó mientras la yema de sus dedos recorría la sonrisa cosida del pequeño muñeco de tela. Quizás la situación surrealista en la que estaba le hacía perder la cordura que le quedaba, pero casi podía asegurar que ese muñeco allí colgado, fue hecho por sus propias manos.

— Oh, encontraste un pequeño tesoro. — No se dio cuenta en que momento la puerta fue abierta, así que la voz del chico de Lamia Scale la sacó de sus pensamientos melancólicos y se giró para verlo acercarse. Él la miró preocupado, inclinó la cabeza a un lado confundido y se acercó con cuidado. — ¿Te trae malos recuerdos?

— Juvia no volvió a necesitar de esos muñecos — Le dijo, su voz sonando casi monótona — Luego de conocer a Gray-sama. — Sus ojos se fijaron en los de Lyon, sin ninguna emoción en su rostro. — Sin Gray-sama, Juvia es solo la Mujer de la Lluvia. — Lyon rió levemente y su atención volvió al muñeco.

— No digas eso. No dependes tanto de Gray.

— Juvia necesita a Gray-sama para ser feliz. Sin él la lluvia volverá a seguirla.

— No dejaré que eso pase. — Estaba tan seguro de sí mismo que Juvia sentía la ira arremolinarse en su interior. Si Lyon creía que podía tomar el lugar de su Gray-sama estaba muy equivocado.

— Tú no eres Gray-sama. Nunca podrás serlo.

— Soy mejor que Gray. — El tono del mago de hielo se tornó áspero y su expresión mostró la molestia que comenzaba a sentir. — Solo tienes que darme la oportunidad

— Deja ir a Juvia.

— No lo haré. — Él tomó el muñeco, arrancándolo del vestido y lo observó fijamente. — ¿Esto te recordó a ese bastardo? ¿Esto es lo que está lastimándote, Juvia?

— Lyon-sama está lastimando a Juvia porque no la deja ir.

— No te engañes. Tu sufrimiento es por Gray. Todavía no te das cuenta, pero ya verás que tengo razón en eso. — Lyon metió el muñeco en su bolsillo y dio media vuelta. — Ahora bajemos. Ya está lista la cena.

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