La Reina Mecánica (primer capítulo)

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Miro hacia arriba y me encuentro con los ojos del rey. Sé que quiere matarme, siempre ha querido. Desde que nací ha ansiado quitarme de su camino y de sus planes. Sabe que puedo cambiarlo todo y por eso me teme, a mi y a todo lo que represento. Cuando hablo no hay opresión y el pueblo me sigue por voluntad propia. El rey quiere matarme y me incrusta su mirada afilada en el rostro; van a decapitarme. Él, imagen de la justicia, sentenciará a la mujer que pudo acallarle y dar voz al reino, a su propia hija. Le mantengo la mirada, yo, princesa exiliada, Eva del Reino del Reloj.

Cuchichean los autómatas de bronce en torno a nosotros y percibo en el despiadado hombre la tensión de tener espectadores tan curiosos. Duda, pues serpentean por su frente gotas de sudor, si ahogarme el mismo con sus manos callosas y desnudas o si lanzarme al Vacío de Engranajes. Medito aquellos que creo sus pensamientos y sé de sobra que cualquier persona con sentido común optaría por morir entre sus dedos a precipitarse en ese pozo de tuercas y metales puntiagudos que girar en un vórtice que no deja pasar la vista. Sé perfectamente lo que quiero lograr, lo mismo que prendí estos últimos días en las calles y en aquellos que las habitan: una revolución.

Intento incorporarme, pero recuerdo que estoy encadenada al pavimento cuando noto los grilletes hacer presión en mis muñecas. Al dirigir la vista hacia estos veo un hilo de sangre asomar en el dorso de mi mano derecha. Oigo a mi padre reír.

-Eva, procura no resistirte. Has atentado contra el rey y eso es delito, uno que debo castigar de forma imparcial.

-He atentado contra la crueldad.

Vuelvo a mirarle y veo como se incorpora con dificultad del trono rojo aterciopelado. Se apoya sobre los reposabrazos con sus dos brazos prostéticos y da un paso con la pierna mecanizada que le implantaron hace unos días en sustitución a la suya propia, amputada por uno rebeldes.

Gruñe en su movimiento. Estamos en una sala circular muy pequeña y poco decorada, ajena al resto del palacio y oculta a los sirvientes. Los autómatas que nos acompañan son espectadores modificados por el Ingeniero Maestro del rey, de tal forma que no puedan pensar ni atacar; le gusta tener espectadores. Siento que estoy en un cementerio de metal en el que solo oigo el jadeo de mi padre y el chasquido de los engranajes chocando entre sí. En uno instantes el rey ha llegado a mí.

-La Maquinaria te escoltará hasta las mazmorras del sótano y allí te vas a quedar hasta mañana, cuando el verdugo acuda al evento.

-Para ti todo es un espectáculo, ¿verdad?

Veo como crece en él el afán de salir de la habitación. Me tiene miedo, sabe lo que represento. Con el torso y la mirada dirigidos hacia la puerta me responde.

-Te equivocas en cada una de tus palabras -percibo ira en su tono-. Ves atrocidad en mis actos, pero se te olvida que tengo un deber para con las leyes que levantaron este reino. Hemos crecido y nos hemos esforzado por desarrollarnos, distinguiéndonos de las demás Capitales Mecánicas, pero tus aires de libre albedrío han corrompido los ideales de la nación.

-¿Temes al cambio?

Sé de sobra que mi voz, mis palabras y mis gestos le irritan. Siempre ha sido así.

-¡No te pedí, Eva! ¡Tu madre traicionó mi confianza al rescatar a una niña extranjera! Que te integrases en este lugar supuso una gran alteración.

-Te lo he dicho, papá. Temes al cambio. ¿Por qué si no ibas a insuflar de vida seres incapaces de reprochar tus actos? Anhelas la sumisión.

-Eso me hace pacífico.

-Te hace un monstruo.

Me fijo en su figura, iluminada por la luz que se inmiscuye por el ventanal que tengo a mis espaldas; en el reflejo veo la tenue sombra de las columnas de humo, provenientes de la calle, ascender hacia el cielo. Lleva puesto un abrigo de cuero negro que le cubre desde el cuello a los pies, calzados con botas de acero plateado. Con la mano izquierda se apoya en un bastón delgado, rematado por un reloj gris que no funciona, y con la derecha hurga dentro de su bolsillo. Mientras me sostiene la mirada, apagada con los años, veo sus dedos rebotar dentro del bolsillo en una búsqueda frenética.

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⏰ Last updated: Feb 10, 2019 ⏰

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