Éxtasis silencioso.

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El mundo de Percy Jackson es propiedad absoluta de Rick Riordan.
*Esta historia fue también publicada por mí en Fanfiction(https://www.fanfiction.net/u/4839595/). Sólo para aclarar.
N/a: Perdón si resulto muy repetitiva, pero cabe aclarar que es mi primera vez en esto del hard. Igualmente, espero que guste.


—Jackson... —Gimoteó el más chico, ya extasiado y, aunque lo negase, con ganas de más. Un movimiento pélvico incitó al otro a bajar más. El abdomen de Nico estaba cubierto de marcas, de besos, chupones y más. El ojiverde se desplazó de su boca, pasando por su mandíbula y luego por su cuello, pecho y torso en sí. Lo besó hasta por donde uno normalmente no pasaría. Lo llenó de caricias.

 —¿Uhm? —Preguntó sin prestar necesariamente mucha atención. Sus ojos estaban cerrados y sus labios pegados al chico, que cada vez se descontrolaba aún más debajo suyo. Se sentía bien, claro, pero también mal. Muy culpable. Percy tenía novia y, de hecho, ella no se encontraba muy lejos de ahí, solo a unas pocas paredes.

—Tenemos que parar. —Musitó Nico, sin prácticamente ya aire en los pulmones. Su excitación era tal que dolía y mucho. Sintió un nuevo tirón por su parte baja y oyó una bragueta ser descendida.

—Callate. —Dijo Percy autoritario, separándose de este y mirándolo a la cara. Nico enrojeció y desvió la mirada avergonzado, por lo que Percy sonrió de lado y prosiguió.

Sus besos descendieron a la cadera del otro joven. Lo notó más ansioso y deseoso por lo que, complacido, siguió camino hacia abajo. Se topó, en eso, con los boxers del chico. Eran negros, al igual que su ropa, ojos y pelo, y eran ajustadísimos. Percy se sorprendió ante el pensamiento.

Nico, por su parte, suplicaba a Percy ser liberado.  Con miradas, gimoteos y movimientos, pero este otro tardaba a su gusto, deleitándose.

Sintió de repente una mano presionar su entrepierna y brincó por la sorpresa. Percy rió un poco y posó nuevamente allí su mano, acariciándolo con ternura, masajeándolo de forma estimulante. Nico se arqueó hacia él, por lo que nuevamente se avergonzó. Su respiración era totalmente superficial, casi palpable. Percy se puso de pié y lo besó, con aún su mano sobando su bulto ya erecto. Lo besó tierna y dulcemente, pero de forma bruzca y manipuladora.

Un hilillo de saliva goteaba por las comisuras de Nico. Percy la lamió y profundizó el beso. En eso dirigió su mano a la parte trasera de Nico, nuevamente exaltándolo. Lo acarició, pellizcó y rasguñó. Quería que lo sienta.

Entonces Nico lloriqueó entre jadeos, exasperado. Lo quería dentro y lo quería ahora. Pero Percy, en respuesta, se le restregó. Y Nico gimió más fuerte aún, entre los húmedos labios del hijo de Poseidón. Sabían a mar, a arena, a playa. Sabían a vacaciones, a diversión y contención.

Percy dejó su boca para besar su cuello y lamer su nuez con destreza.

Nico respondió de forma inusual, restregándose a él de forma un tanto desesperada. Posó una de sus manos en la cabeza de su compañero, de vez en cuando tironeando de su cabello.

En eso, el semidiós mayor volvió a estar de rodillas, pero ahora decidido. Se despidió de los boxers del Hades frente a él y tomó la erección de este mismo en ambas manos, para luego darle unos pequeños y mojados besos. Lo besó y chupó de arriba a abajo. Su lengua recorrió lugares inhóspitos. Y, para sorpresa del ángel, lo introdujo en su boca de una. Cabe decir que el miembro de Nico no era tan grueso y extenso como el de Percy, debido a que estaba en pleno crecimiento, pero igualmente fue lo suficientemente largo como para rozar la campanilla del otro.

—Que te calles, dije. —Exclamó Percy por lo bajo -literalmente-. Nico no podía contener sus jadeos y grititos desesperados, pero tampoco podían echar a perder el momento y ser descubiertos por su culpa. Así que asintió y se cubrió la boca, pero Percy, aún con su pene entre labios, le indicó que se acuclillara. Y eso fue lo que hizo.

Contra una pared Nico descendió hasta quedar sentado y con un ahora Percy sonriente entre sus piernas. Y para callarlo, no se le ocurrió idea mejor que introducirle dos dedos en la boca al otro, incitándole que los lamiera.

Y así Nico de la excitación prácticamente desfallecía. Sentí que solo con esto acabaría. Pero quería prolongarlo, precisaba que durara lo suficiente. Y en eso, en medio de la mamada del año y siendo las 01:16 de la madrugada, se escucharon unos pasos. Unos pasos que ambos identificaron al instante, por lo que se miraron sorprendidos. No sabían qué hacer.

Pronto los pasos se hicieron más fuertes y un golpeteo se sintió en la puerta. La respiración de ambos se detuvo. Nico parecía estar al borde del llanto y Percy... Percy parecía estar a punto de colapsar. Dejando un último beso en sus labios, se puso de pié.

—J-Jackson, ¿qué se supone que...? —

—Percy, soy yo. —Tras la puerta una firme pero dulce voz de oyó, muy característica de Annabeth. Podía notarse una sonrisa en la voz de la rubia.

Percy se desesperó y tomó a Nico de un brazo. Este último intentaba subir sus pantalones, a pesar de su dureza. Percy abrió el placar apresuradamente, dejando que un par de cosas cayeran de este, y empujó a Nico dentro. Este lo miró lleno de preocupación y volvió a cubrirse la boca. Nico podía ver todo lo que sucedía fuera por una fina apertura en el armario.

—¿Por qué tardaste tanto? —Ya con Annabeth dentro, el de negro procuró siquiera respirar.

—Es que estaba todo desordenado y pensé que... No sé. —Sonrió de lado, pasando una mano por su cabello. La de rizos rió ante la estupidez de su novio, pero no antes de notar una minúscula manchita en los labios de este. Ella solía ser muy detallista en todo. También, de hecho, notó un par de cosas tiradas frente al armario y una tensión prácticamente tangible.

—Sesos de Alga, te manchaste. —Y en eso, el rostro de Percy se ensombreció. —Déjame limpiarte. —A pesar de sus intentos por alejarse, Annabeth consiguió quitar esa pequeña gotita de un algo en los labios de su novio. Preguntó qué era y, al sólo conseguir respuestas inconsistentes, olfateó el dedo con el que lo había limpiado.

Nico pensó, en las profundidades del armario, que moriría en dicho instante y que Percy colapsaría.

Miró la rubia al chico a los ojos y dijo sin más, con una sonrisa tímida:

 —Eh, Percy. Esto, em. — Este tragó duro, sintiendo cómo su visión cada vez de hacía más borrosa. —¿Por casualidad esto es... semen? —

Éxtasis silencioso (percico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora