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Adoro los días nublados, el frio pasaba atraves de la fina tela de mi camisa, lo único que me cubría era un abrigo de felpa blanca, caminaba sin un rumbo por la fria noche de Seúl, no había donde pudiera acudir, vagar, solo vagar.
Los murmuros de las personas conversando eran lo único que mis oídos podían escuchar, después de la pelea que tuve con mi compañero de habitación decidí salir y perderme unos momentos en las calles, mi mente era tan imaginativa y amaba eso
— Es muy noche ¿no crees?
Sonrei reconociendo aquella voz, gire sobre mis talones mirando los oscuros ojos de Yang, el me cubrio con una manta y me abrazo a el
— Dios Génesis, estas helada
Murmuro intentando darme calor, adoraba su compañía, su suave tacto hacía que me perdiese entre sus brazos, su voz era simplemente una hermosa melodía para mis oídos, adoraba eso, lo adoraba a el.
Todo era tan perfecto, el es perfecto, adoraba su perfección ante mis ojos, no quería despertar
—¿Como dormiste?.— De nuevo la pregunta de mi madre quién hacía el desayuno tan concentrada, mi pequeño perrito descansaba junto a mí mientras yo dirigía mi mirada hacia el cuadro de cafe colgado en la barra
