La Guardiana del Bosque

Kitsune

Cuenta la leyenda que en un comienzo, los humanos respetaban a la naturaleza. Konoha, el Reino de la Hoja, estaba en buenas manos. Muchos nobles, como los Harunos y Uzumakis, cuidaban del Bosque del Norte donde la nieve habitaba toda la vuelta al sol.

Pero un día, la paz se acabó. Hubo una guerra civil entre clanes donde mucha gente inocente murió. Y el clan Uchiha tomo el poder. Desde entonces, los Harunos se vieron obligados a proteger el Bosque del Norte con ferocidad. La gran Diosa de la Luna les otorgo poderes a los mas sabios y humildes. Asi lograron proteger el Bosque bendito lleno de magia y secretos.

Los Uzumaki, a su vez, se posicionaron en un lugar neutro y se vieron beneficiados por los Uchihas. Pasaron de ser reyes a subditos. Todo para evitar derramar sangre en su clan.

Los Uchihas mandaron sicarios y cazadores para terminar con los Harunos. Ellos impedian la tala de arboles y la caza de animales para vender sus pieles. En un reino, donde el invierno lo azota gran parte del año, la leña era fundamental para mover el comercio.

De a poco, los Harunos caían como hojas de los arboles de cerezo. Pero la esperanza se mantuvo viva junto a la ultima. Sakura Haruno.

Desde los ocho años, ella vivió huerfana. Ante sus ojos, sus padres cayeron y ella los enterro. Nunca se olvidaría cuando había tenido que limpiar la sangre y no prender la chimenea para evitar notar su presencia. Aquel invierno, fue uno de los mas crudos. Sin embargo, la primavera trajo consigo algo nuevo. Ino Yamanaka, una niña de Konoha se adentro a lo mas oculto del bosque con la intención de buscar leña. Sin embargo, Sakura se interpuso pero consolidaron una amistad.

El padre de Ino había fallecido en un conflicto del clan y su madre se vio forzada a casarse con su tio. Ino no fue aceptada como hija de su tio, asi que se vio obligada a irse del Clan Yamanaka.

— Si quieres, puedes quedarte en mi cabaña— la invitó Sakura—, solo que no puedes revelar la ubicacion de esta a nadie.

Asi pasaron los años. Ellas dos contra el mundo y el reinado de Konoha. Ellas ayudaban a la gente mas necesitada y recibían a cambio cosas que las beneficiaban. A su vez, la gente no hablaba de su ubicación para evitar que la realeza se enterara.

La cabaña era humilde, tenia un pequeño ático donde Sakura lo había convertido en el dormitorio de ambas amigas. Con una chimenea en planta baja, pasaban las noches cenando frente al fuego. Un pequeño vivero había detras de la cabaña, en el cual cultivaban lo que podían para luego venderlo.

— Nos hace falta pan, Ino— le recordó Sakura. Ella sabia que sin pan, no iban a llegar a la primavera—. Toma mi capa y ve al pueblo a comprar.

— Los Hyuga aumentaron el pan— replico su amiga—, el trigo no esta creciendo y lo traen de otras provincias.

Sakura pensó que era un chiste. Decidio sentarse en la mecedora que alguna vez fue de su madre y meditar.

— Quizas si voy yo…— propuso pero un "No" rotundo de la boca de Ino la interrumpio.

— El hijo del Emperador te busca Sakura— le recordó mientras se ataba el pelo—, y sabes que mientras menos sepa de ti, es mejor.

—No puedo vivir encerrada, Ino— Sakura recordó al hijo del Emperador. Conocido por su fama de mujeriego, cruel y asesino, en la guerra y en la cama era una bestia segun muchas de sus concubinas. Fugaku Tennõ[1] era un hombre viejo y enfermo que solo le quedaban pocos años de vida, pero lo que más deseaba era que su unico hijo se casara.

Desde su primer y ultimo encuentro, Sasuke III le habia llamado la atencion aquella muchacha de cabellos rosados. Habia sido hace años y todos los años mandaba guardias a buscarla al bosque.