Dios sobre la Tierra

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No puedo morir encerrada

El viento volvio a resoplar. Su corazon latia como el galope de los caballos en la guerra. Ella era una Guardiana pero cuando estaba en peligro, el bosque no la ayudaba en esos momentos cruciales.

— Una dama no puede estar a estas horas en el Bosque— le advirtió con severidad pero con un tono calmo como si le hablara a un niño. Pero Sakura no era ningún crío apestoso.

— No soy una dama— contesto con fuerza—, y usted no es nadie para decirme que no hacer.

El Samurai se acercó hacia ella con enojo y pasos decididos. Tomo la muñeca  derecha de Sakura con fuerza y la arrastró hacia un destino. Sin embargo, la Guardiana roto su muñeca y con la mano libre golpeo el brazo de su enemigo liberandose con rapidez.

— Señorita, acompañeme a hablar con mi   señor— no sonó como una sugerencia—, este bosque es territorio prohibido.

—¡Nunca!

Cuando terminó de decir eso, salió dirigida hacia el Sur del Bosque. Sus pequeños pasos aceleraron cuando vio que aquel hombre la perseguia. Las luces de la ciudad anublaron su vista y los ruidos la aturdieron.

La nieve estaba espesa y por cada paso que daba, dejaba su rastro ahi. Le costaba mas correr con la nieve profunda. Ella no era muy alta pero era agil y debia encontrar ya una solucion.

Ir a la ciudad, seria exponerme… pensó asustada de los demonios del pueblo. Al diablo la exposicion, me camuflare entre las personas. Rapidamente salto esquivando un tronco caido y luego rodó sobre su hombro para despues levantarse.

Y corria lo mas lejos posible de aquel soldado. Sabia lo que le esperaba si se dejaba atrapar, una muerte o una vida en encierro eterno.

El Samurai no podia creer lo que veia. Una mujer con la agilidad de un mismo guerrero de la Elite del Principe estaba frente a sus ojos. ¿Que le diria a su amo? ¿Que una mujer la habia vencido? Pero ella no era una simple mortal, y lo notó cuando alcanzo a ver sus orejas punteagudas. Si no la atrapaba hasta antes de llegar al pueblo, sabia que no la alcanzaria jamas. Un ser magico podia camuflarse perfectamente entre los humanos.

— ¡Detente!— ordenó el Samurai a lo lejos.

Los sentidos de Sakura se agudizaron. Las luces se hacian cada vez mas llamativas y los sonidos de las personas eran mas cercanos. Estaba tan concentrada en las luces, que se olvidó de detectar una roca que provoco que tropezara y cayera contra tronco. Su hombro derecho golpeo demasiado fuerte y ella soltó un grito. Sintio como su hombro se desplazaba hacia abajo pero no volvia a su lugar.

— ¡Mi hombro!— gritó Sakura mientras se lo sostenia con su mano izquierda. Lo sentia entumecido pero a la vez, sus musculos les gritaban ayuda por aquel dolor. Todo se nublaba por sus lagrimas mientras dejaba caer su espalda en la nieve.

El samurai vio a Sakura tropezar y caer. Detectó como su cuerpo rodo contra la nieve fria hasta detenerse cerca de unos arbustos. Él vio que aquella intrusa se habia herido pero no había perdido la consciencia. Aquella criatura se estaba retorciendo de dolor en la fria nieve de Konoha.

Se acercó con mucha cautela y sin hacer demasiado ruido para no asustarla. Se sorprendió al ver una mujer con un color muy llamativo de pelo y unas orejas puntiagudas. Tenia que admitir que era una mujer muy bella pero no podía pensar en el placer antes que el deber.

—Señorita— Sakura levanto su vida nublada por las lagrimas y lo miro a aquel Samurai—, tendrá que ver a mi amo personalmente para decidir que castigo se merece.

— ¡El Bosque del Norte no le pertenece a ese malcriado príncipe!— exclamó con fuerza la Guardiana. La primera respuesta que tuvo fue una patada en su vientre que la hizo quedarse sin aire.

La Guardiana del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora