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TaeHyung era un chico de piel aperlada, una hermosa sonrisa, un ángel caído del mismo cielo.
Muchas chicas estaban encantadas por aquel lindo niño, le miraban cómo un niño ya que no tenían pensamientos obscenos con él, con un angelito cómo él.

Jungkook, teniendo aquella pinta de ser un fuck boy, no era así.
Está vez la chicas si estaban detrás de él por diversión buscando sexo es cierto que un demonio puede satisfacerte tanto que te dejaría marcada, pero él no buscaba sexo, buscaba alguien con quien pasar sus días hasta que aquella persona muriera o tal vez él.

Ambos chicos tocaron en la misma clase, aquel chico tan lindo tomaba asiento en la primera fila y en el primer lugar para mirar mejor la pizarra, mientras el otro chico acosador de aquel ángel tomaba asiento hasta atrás ya que no le gustaba ser un centro de atención estar enfrente de todos, con eso no se refería que su angelito fuera alguien mimado, todo lo contrario solo que aquel pequeño chico realmente merecía el lugar por ser un buen estudiante.

El receso llegó, todos salieron algunos provocando desastre otros salían con calma. El castaño se quedó en su aula para sacar su libreta dejando una hoja limpia y en blanco, tomo su bolígrafo de gel y punta fina para comenzar a dibujar a su pequeño ángel; sonrió al recordar sus facciones, sus gestos sus lindos ojos y su precioso cuerpo que deseaba recorrer con sus propias manos, su sonrisa seguía formada en sus labios junto con un sonrojo así de bobo le ponía aquel hermoso chico.

¿Cómo es posible que alguien te haga sentir tanto con solo recordarle?
El castaño realmente estaba enamorado de aquel rubio, sabía que si lo tenía una vez en sus brazos no lo soltaría y lo cuidaría por siempre, no dejaría que sus alas terminarán por esconderse.
El pequeño tenía tantos problemas en casa, teniendo que aparentar estar muy bien frente a todos con esa bella sonrisa, JungKook, sufría mucho más en su infierno pero con solo mirar al pequeño ángel y dibujarlo le bastaba para sonreir y sentirse bien lo suficiente para querer arriesgarse por él.
Sin importar lo que su padre dijera.

Y sí, TaeHyung era un ángel mortal, aquel ángel se miraba cómo cualquier humano al igual sus necesidades pero era demasiado puro, alguien que mandó Dios para llenarle de felicidad a alguien que sufría.
Ese alguien tal vez era Jungkook, un demonio de alas rotas por su padre, esperando que llegue alguien para salvarlo de su maldito mundo que le extienda la mano y con quién pueda compartir cada momento, eso necesitaba amar a alguien, protegerlo siempre.

Jungkook necesita de TaeHyung.

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