12 AÑOS

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Hoy desperté y tengo 12 años, mi mama nos lleva a casa de mi abuela materna, porque ella tiene que trabajar. Estamos de vacaciones y mi mis dos hermanas y yo, aun somos pequeñas para quedarnos todo el día solas. No me gusta ir a esa casa. Tengo recuerdos horribles. Recuerdos de mi primo de mi misma edad, obligándonos a mi hermana y a mí a tener relaciones sexuales con él. Amenazándonos con matar a nuestra mama o a nuestros amados abuelos paternos. Con que le hará lo mismo a nuestra pequeña Belén de tan solo 2 años. Agradezco el día que mi menstruación llego. Porque pude decir que ya no podía hacerme nada, porque podía quedar embarazada. Nunca hubo penetración, pero yo no sabía lo que era una relación sexual. Solo pensaba que lo que hacía era malo y había que esconderlo. Nunca busque en mi mama ayuda para contarlo. Mi mama nunca le diría a mi papa. Porque no tenía quien nos cuidara. No tendríamos que comer. Mis hermanas no lo merecían.

Odiaba esa casa, por mil razones. Mi mama allí no existía para nosotras. Nunca estaba. Pasaba tarde por nosotras. Llegaba cansada y lo menos que quería era que la molestáramos.

Mi abuela por otro lado, una mujer adulta, frustrada y cansada de la vida. Engañada y con un millón de años de rencor. Nos cuidaba o más bien nos daba de comer. Lo que alcanzaba para las 18 personas que viven ahí. Una sopa llena de grasa que nos obligaba a tragar. Trataba de entender que era eso o morirnos de hambre. Me preocupaba de que mi pequeña Belén comiera. Pero me sentía tan sola y responsable de ellas. Angélica no sé si se lograba sacar de encima al asqueroso de mi primo, ella es menor que yo y no tiene la misma suerte de tener la menstruación.

Ya es tarde y nos vamos a nuestra casa. Tratamos de llegar antes que lo haga mi papa. Se enoja cuando nos encuentra despiertas. Me gustaría saber porque llega tan enojado.

Mi papa trabaja en una radio. Hace un programa de las 4 de la tarde hasta las 12 de la noche. Con intervalos de recuerdos y canciones antiguas. Llega pasado las 12 a la casa. Y yo siempre estoy despierta. De la nada algo le molesta y es mi mama la que paga las consecuencias. No le pega, no le grita, no le dice groserías. Solo la reta. Una y mil veces le repite que no vale nada. Que nadie jamás se fijara en ella. Que se mire en un espejo, nadie la querrá con nosotras 3, que aunque quiera no puede dejarlo. El en cambio es un minazo. Nadie es comparable a su belleza y virilidad. Me hace sentir repulsión por el género masculino. Me da pena verlo. Yo no lo encuentro guapo. En cambio mi mama es una belleza. Su piel es como la porcelana y sus grandes ojos verdes. Es preciosa. Está muy delgada. Pero es porque trabaja demasiado. Camina mucho para ahorrar. Entiendo que nadie la mire. Porque ella es incapaz de mirar a nadie. Si ella se viese como yo la veo. Se amaría más y no dejaría que este hombre la tratara así. Me dan ganas de levantarme y decirle que nos vayamos. Que no nos hace falta. Para que estamos con él. Para que si ella y nosotras podemos ser felices en cualquier parte.

A veces cuando tengo dinero, compro juegos de azar. Y sueño con ella al preguntarle qué pasaría si nos ganáramos la lotería. Soñamos y somos felices las 4. Volamos lejos de aquí en nuestra imaginación y nos reímos de lo felices que podríamos ser. Pero eso se esfuma en segundos, cuando llega la hora de volver a la triste realidad.

CORAZONES ROTOSWhere stories live. Discover now