El día tan deseado había llegado, ya era San Valentín, el amor se sentía en el aire.
Layla, corría de un lado a otro en su habitación, revolviendo todo a más no poder, necesitaba encontrar un atuendo perfecto para esta noche, Josh le ha dicho que mandaría por ella a las siete de la noche.
¿Su excusa?
Dijo que era una sorpresa, Layla amaba las sorpresas.
Toda su ropa estaba esparcida sobre la cama, nada le parecía adecuado.
«¡¿Cómo es posible que no buscaras un atuendo con anticipación?!». Chillaba sobre el borde de la cama.
«Es oficial, tienes que ir de compras».
***
Luego de una exhaustiva tarde de compras, recorriendo todas las tiendas del centro comercial, tratando de encontrar algo que le fuese bien a su figura, Layla había vuelto a casa.
Tenía dos horas para preparase, no podía perder él tiempo.
Vistió él hermoso vestido rosa pastel que había comprado esta tarde, era de un corte discreto pero a la vez elegante, llegándole hasta las rodillas, usó unas sandalias de tacón alto en color plateado, optó por ondular su cabello castaño y, aplicarse algo de maquillaje.
Ya casi era la hora, Josh le envió un texto haciéndole saber que él chofer ya iba en camino.
15 minutos después había una limusina esperándola en frente de su casa.
«Listo, esta será tu noche». Murmuró para sí misma.
Tomó una bocanada de aire, dirigiéndose a la limusina, donde él chofer la esperaba con una puerta abierta.
—Buenas noches, señorita —saludó, era un hombre de color de algunos 55 años.
—Buenas noches —devolvió el saludo, sonriendo de manera amigable—. ¿Podría decirme a dónde nos dirigimos? —Indagó a medida que se adentraba al interior del lujoso auto.
Tenía las esperanzas de poder obtener respuesta alguna, pero no lo había logrado.
—Tengo instrucciones de no dar ningún tipo de información, señorita—respondió mientras le cerraba la puerta.
Layla, no volvió preguntar nada por el resto del camino.
Cuando llegaron al lugar, pudo apreciar que se trataba de un restaurante bastante lujoso, caminó hacia la recepción donde le pidieron sus datos, y una joven caucásica la guió hasta una pequeña terraza, que estaba perfectamente adornada, con una mesa en el centro y rosas por doquier.
Solo un par de luces tenue iluminaban el lugar.
Había un chico esperándola de pie, era él.
Cuando se había acercado lo suficientemente como para poder detallar su rostro, un viento gélido le recorrió la piel y sus piernas amenazaban con flaquear.
Ella ya conocía a ese chico, porque él era... Él era Malcolm.
¿Qué hacía Malcolm en este lugar? ¿Josh es Malcolm? ¿Acaso se trataba de algún tipo de broma? Porque de ser así, no era graciosa.
Él hizo un ademán de acercarse, pero Layla retrocedió.
—Tranquila, puedo explicarlo, lo... Lo prometo —suplicó, dando pequeños pasos hacia Layla.
—¿A qué va todo esto? —Cuestionó en un hilo de voz, se sentía vulnerable, esto no podía ser real.
—Layla, esa tarde no me diste la oportunidad de poder disculparme, simplemente te marchaste, no había sido mi intención hacerte sentir mal, fue... Fue un error —ahora se encontraba a tan sólo un paso de ella, pero no quería incomodarla, así que mantuvo la distancia.
Layla, sentía que le daba vueltas la cabeza, la mirada de Malcolm reflejaba sinceridad, pero seguía sin comprenderlo, ella no era lo que él esperaba, por eso se había marchado aquella tarde, porque chicos como él, jamás se fijarían en chicas como ella, eso sólo pasaba en las películas.
—Me has buscado para burlarte, eso es, ¿verdad? —Lo encaró—. Porque está más que claro que yo no soy de tu tipo, es por eso que me confundiste, ¿no es así? Porque era más fácil dejarte guiar por la apariencia de aquella chica perfecta, que de aquella a quien nadie vuelve a ver por segunda vez.
Malcolm, no podía creer como una chica tan dulce como ella pensara tan mal de sí misma, si la había vuelto a buscar es porque a él no le importaban en lo más mínimo las apariencias, él no creía en los estereotipos de la perfección.
Layla, era un gran ser humano, con un alma bondadosa, eso la hacía perfecta ante sus ojos.
—¿Cómo puedes tú saber mi tipo? ¿Cómo puedes asegurar que no eres perfecta? —Tomó la mano de la joven con delicadeza y la colocó sobre su pecho—. ¿Puedes escuchar cómo late mi corazón? Late así porque eso es lo que tu sola presencia provoca en mí, porque a diferencia de cualquier otra mujer que haya conocido, tú eres la única que primero me ha robado el alma, no sólo una sino que dos veces.
Pequeñas lágrimas rodaban por las mejillas de la joven, que era incapaz de controlar los latidos desenfrenados de su corazón.
Malcolm, acortó la distancia y con el dorso de su mano limpió una de sus lágrimas, para luego estampar sus labios en los de ella, sumergiéndose así en los más tiernos y dulces labios que jamás había probado en su vida.
Vaya lección había recibido Layla, esa noche... Si tan sólo aquella tarde no hubiese huido, si tan sólo hubiese tenido más seguridad de sí misma, se habría ahorrado tantas lágrimas.
Cuantas veces había dejado de hacer lo que más amaba por miedo a lo que dirían los que la rodeaban, cuantas veces se había menospreciado por no ser como las chicas que se veían en las portadas de las revistas.
Malcolm, le había demostrado que podía llegar a ser amada y aceptada, pero también le había dado una importante lección que la marcaría de por vida y es que: para poder llegar a ser amada de la manera correcta, primero se tenía que amar a sí misma.
Layla, ya no necesitaba de un felices para siempre.
Ya no necesitaba de la llegada de un príncipe azul, porque buscando el amor, es como se había encontrado.
FIN.
ESTÁS LEYENDO
Buscando el amor fue que me encontré ©
Romance-Completa- Layla, es una romántica empedernida, la cuál siempre está soñando con la llegada de su príncipe azul, desgraciadamente este sigue sin aparecer. Aferrada a la idea de no volver a pasar otro día de San Valentín sola, y estando a tan solo u...