somos los últimos en irnos cerca de las dos de la mañana cuando ya no queda nadie más. miro a hugo y a mi mamá subirse a su auto y les aviso que me voy con felipe a juntarnos con nuestros amigos, a pesar de que estamos los dos muy cansados.
— mejor vamos a dormir, lena. — me dice apoyándose en la ventanilla del auto después de ponerse el cinturón. mi auto es un premio al esfuerzo de muchos años y recién este pude comprarlo. trabajo desde los quince y me había concentrado mucho en ahorrar lo suficiente para comprar mi medio de transporte. ese había sido mi objetivo desde que empecé a cobrar mi sueldo de moza, entonces cuando maneje mi auto por primera vez, supe que todas las veces que no había podido salir, las vacaciones a las que no había ido y las fiestas que me había perdido, habían valido la pena. obviamente gracias a mi mamá y a hugo había podido obtenerlo porque ellos eran mis jefes y porque me bancaban todos los otros gastos para que yo pudiese pagar el plan de cuotas del auto.
miro a felipe dormitando en el asiento y sonrío.
— ¿seguro, pipe? — le pregunto. asiente con un gemido de cansancio. después se levanta como si se hubiera acordado de algo repentinamente.
— no me contaste donde estuviste antes de llegar. — dice y siento el sermón venir. me encojo de hombros.
— si ya sabes para que me preguntas.
— dios, lena, vos no aprendes... — dice ofuscado. me encojo de hombros y nos dirijo a su edificio, donde vive con su familia.
ya en su habitación me recuesto a su lado y como no dijo mucho en el camino y sigue bastante serio sé que está enojado.
— no te enojes, bebé. — le digo escondiéndome en su cuello. dejo besos cariñosos en ese sector y él me aparta con suavidad para mirarme.
— vales demasiado para estar con un tipo así. — lo miro con ojos brillosos porque lo quiero demasiado y sé que siempre quiere verme bien pero el tema siempre me pone sensible. simplemente asiento y vuelvo a mi posición inicial en su cuello.
— ¿por qué no podía enamorarme de vos? — él suelta una carcajada bastante ronca que retumba en el silencio del lugar y me acaricia el pelo.
— porque no soy drogadicto ni problemático y los chicos buenos no van con vos. — dice burlándose. me río todavía en su cuello y eso le da cosquillas por lo que también ríe.
felipe es mi amigo desde que me acuerdo y es la única persona en la que confío plenamente. después esta sofía, quien también forma parte de nuestro grupo pero desde que se puso de novia nos ve poco. además, felipe y yo siempre fuimos los dos contra el mundo y a ella le costó mucho integrarse a nosotros. prácticamente, fue la única persona que insistió tanto en quedarse que terminamos aceptándola y se convirtió en una gran amiga. felipe es el chico perfecto, no encuentro defectos en él de ningún tipo. es hermoso y buena persona, y por eso es mi mejor amigo. en algún momento de nuestra amistad nos confundimos pensando que queríamos ser algo más pero no duramos mucho más de un mes. la gente suele pensar que somos novios pero me gusta creer que existe el tipo de amistad que nosotros tenemos, en donde la confianza abunda y nada parece ser malo.
cuando me despierto veo a pipe con su celular mientras come una medialuna. voy al baño y al volver hago lo mismo que él.
en mi celular veo las varias notificaciones de instagram entonces abro la red social. wawa y un par de sus amigos comenzaron a seguirme y me llama la atención la particular sigla que acompaña sus nombres: ds3. los sigo también antes de prestarle atención a mi amigo quien está con los ojos brillosos tecleando rápidamente. cuando se da cuenta que lo miro, se aclara la garganta.
— creo que loli se enojó... — dice refiriéndose a su garche fijo. — pero, amiga, estaba cansado anoche, ¿podes parar? — habla como si la tuviera en frente.
— ¡lena! — dice tomas, el hermanito más chico de felipe cuando me ve. es el más cariñoso de los tres por lo que ya estoy acostumbrada a que se pegara a mí apenas me viese. me abraza y le devuelvo el gesto con una sonrisa porque realmente lo adoro.
— hola, tomito. — lo saludo. después de jugar un rato con él, me levanto al baño. en el pasillo me cruzo a lucas, el hermano del medio, quien a pesar de ser más chico es más alto que yo y me saluda con un beso en la coronilla. cuando estoy volviendo a la habitación de felipe, lo veo apoyado en el marco de la pared y escucho lo que dice porque todavía no se percata de mi presencia.
— hermano, ¿seguro que no sos gay vos? — imagino a felipe rodando los ojos y sonrío. — dios, ¿como podes dormir con lena al lado y no amanecer con la pija parada? — ahogo una risa y él se da vuelta a mirarme sorprendido, luciendo por primera vez avergonzado. me acerco riendo y entro de nuevo a la habitación.
— no jodas, lucas. — le dice felipe y vuelvo a reír. — pendejo pajero. — susurra.
— lena, cuando te canses de este ya sabes que estoy yo. — dice antes de irse y me río mirando a felipe quien no cambia su cara de orto.
por la noche, ya en la pizzería me llevo la sorpresa del día cuando uno de los chicos de ayer aparece frente al mostrador y veo como le pregunta algo a mi mamá. ambos me miran con una sonrisa y mientras camino hacia ellos siento los nervios aparecer sin más.
— hola, elena. — me saluda el rubio ante mi mirada expectante. es intrigante. tiene barba de unos días y cara angelical. me parece lindo, pero no entiendo por qué me sonríe como si me conociera.
— hola, ¿qué necesitas? — le pregunto intentando sonar simpática. me sonríe y miro a mi mamá que como la chusma que es todavía no está mirando. le pido que me siga a una de las mesas desocupadas y nos sentamos.
— disculpa que venga a joderte. — empieza. — es que... — dice cortado y veo como se pone nervioso con los segundos. luego suelta una carcajada. — soy un boludo, perdón. no sabes ni cómo me llamo.
sonrío para tranquilizarlo mientras niego viéndolo divertida.
— ¿como te llamas?
— tobías. — contesta. — me dicen tobo. te vi ayer y... ufff... — suelta un suspiro. — me volaste el bocho. no se si tenes novio o si te estoy asustando, te juro que no hago estas cosas seguido. — dice y me río. — pero no podía perder esta oportunidad. así que me mande sin pensarlo y vine a verte de nuevo. — esta vez ofuscado revuelve su pelo corto y me mira nervioso pensando, como yo, que es una locura lo que dice.
lo pienso unos segundos. lo miro y sé que le da vergüenza la situación.
— ahora estoy trabajando... — le digo. — pero te paso mi número y arreglamos para hacer algo, ¿te cabe? — sus ojos se iluminan al mirarme y asiente mientras saca su celular del bolsillo.
— igual debes pensar que soy un loquito desquiciado. — me río de nuevo. — hasta yo pienso eso de mí, pero no lo soy, te juro. uy, dios, estoy re pelotudo, no soy así todos los días. — vuelvo a reír porque su verborragia hace que la situación sea más graciosa. él al verme sonríe y niega con diversión.
— sos un descubrimiento, tobo.
— todo un caso. — dice sonriendo. recibe su celular y lo mira. — la próxima vez que te vea voy a ser una persona normal... — me dice y niego.
— seguí como sos, flaco. — le digo. — no cualquiera se manda como vos y eso me gusta. — sus ojitos verdes vuelven a iluminarse y me gusta verlo entusiasmado. lo saludo con un beso y él camina hacia la salida.