Aprendí a callar, callaba todo lo que sentía. Nadie entendía mi dolor, esperaba que algún día tengan un poco de comprensión. Me convertí en otra persona, por voluntad propia pero obligada a la vez.
Me miraba al espejo, pero aún no reconocía mi reflejo. Era otra persona, de aquellas a las que odio. Y quería ser yo misma, era lo que mas deseaba, pero mi cuerpo ya no aguantaba más.
Todos hablan alto sobre mi voz, nadie me escucha, nadie me siente, nadie me mira, yo estaba siendo ese nadie.
Comencé a gritar sobre todas las voces que ocultaban la mía, até mi pelo quitándolo de mi cara y levanté la cabeza al caminar, con los hombros en alto y la sonrisa y el maquillaje intacto. Puede ser que no este convencida de como luce tanto mi estilo en mi, pero ante mi baja autoestima me quedaba mal, siempre lo hacía. Pero era aún más complicado dar explicaciones de porque estaba mal que fingir que estaba bien, y me fui por el camino que era fácil, por el silencioso, pero por más que intente ser otra persona siempre saldría a la luz mi forma de ser.
