El vigésimo tercer día.

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El vigésimo tercer día quise concluir mi teoría, porque parecía que yo sí te gustaba en todo sentido, incluso podía llegar a pensar en que no te daba asco pensar en tener nuestra primera vez.

Pero quise estar seguro de aquella conclusión y te regalé El Kamasutra junto a una nota diciendo que podíamos ser nosotros dos los de las imágenes. Ver tu rostro ponerse de mil tonos de rojo diferente mientras tartamudeabas sobre que era una idea interesante, hizo que te robara aquél beso. Despejaste mis dudas. Lamento ponerte nervioso, pero me hace muy feliz saber que puedo provocarte.

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