Capítulo 1

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—Enmanuel—

Ojos verdes, cabello cobrizo, alborotado y muchas pechas en sus pómulos y nariz. Era la clara y exacta descripción del chico que estaba parado frente a mí, con una sonrisa que te gritaba "Seamos amigos para siempre, ahora mismo".

—¿Podrías repetirlo? —abrí mi boca, después de varios segundos de silencio, tratando de asimilar la situación en la que estaba—. Por favor.

Mi mejor amiga soltó un sonoro suspiro. Para luego acomodar la correa de su bolso sobre el hombro, la cual se estaba deslizando de a poco por su pequeño hombro.

—¿Puedes cuidar de mi hermano? —volvió a formular la pregunta. Una pregunta que aun no asimilaba—. Se que es muy repentino, pero no quiere quedarse conmigo en la casa de mi novio.

—¿Por qué? —pregunte, tratando de evadir la situación.

—Lo odia —se justificó—. Odia todo de él. Incluso a su gato Josh odia.

No lo culpaba. Yo también odiaba ese maldito engendro peludo malagradecido.

El fugas recuerdo de cuando fui a visitar a Laura a la casa de su novio y traté de darle un poco de galleta de la que estaba comiendo, casi me saca el dedo, vino a mí mente. Realmente también odio a ese gato.

—¿Y sus padres? —pregunte, quitándome la pantufla derecha para rascarme el empeine con la parte trasera de mi pierna izquierda.

—Ya te lo dije. Se fueron de viaje en la madrugada y solo dejaron una nota donde decía que no volvían hasta navidad.

Hice mis cuentas rápidas y mentales. En resumen, estaba acabado.

—Pero es inicio de febrero.

—Lo sé.

—¿Quieres que cuide de tu hermano hasta navidad?

—Si.

—¿Y la escuela?

—¿De que estas hablando, Enmanuel? —Laura pareció sorprenderse, ¿dije algo malo? —. Daniel tiene 18 años, se graduó el año pasado de 4° Medio.

—Ah.

—¿Puedes o no? —Laura frunció su ceño. Eran pocas las veces en que mi amiga se molestaba. Las pocas veces que lo hacía, eran por su hermano o su novio.

—Eh... —desvié la mirada, mirando de reojo el desorden de la sala de estar—. Estoy ocupado y financieramente mal.

—Te depositare dinero todos los meses, no quiero que lo cuides gratis.

Maldita sea, se me acababan las escusas. Rápido Enmanuel, recuerda alguna excusa que has leído en la última semana.

—No eres tú, soy yo —solté sin pensarlo.

—¿Qué?

—Nada, olvídalo.

—¿Entonces? —los pardos ojos de mi mejor amiga se veían suplicantes—. Por favor... no causara problemas.

—Eh... —mire a todos lados, buscando una escapatoria. En momentos así, hasta la anciana del frente, pidiendo una tácita de azúcar, servía. Pero no. No había escapatoria. Solté un suspiro y terminé por asentir—. Está bien. Cuidare de tu hermano.

Los ojos de mi amiga, brillaron enseguida.

—¡Fantástico! —celebró, entregándome la maleta de su hermano, junto a su hermano, prácticamente empujándolo dentro de mi departamento—. Eres el mejor, Enmanuel. Te depositare mañana en la mañana, nos vemos.

Lo único que quedo fue el aroma de su perfume de rosas, en el aire. Prácticamente había salido huyendo del pasillo.

Gire mi cuerpo lentamente hacia el interior, encontrándome con los verdosos ojos del chico mirándome desde la distancia del desordenado sofá grande.

—¿Cómo era... que te llamabas? —forcé una sonrisa.

Este año iba a ser totalmente diferente a lo habituado.

[H]Ortografía (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora