Capítulo 4

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—Enmanuel—

—Estas tazas están baratas... —susurre, para mi mismo, mientras tomaba entre mis manos una taza completamente blanca.

Daniel y yo estábamos en el supermercado, Laura había depositado dinero a mi cuenta bancaria, y aprovechando que mi despensa estaba vacía, al igual que el mueble de la vajilla. Debía comprar con urgencia.

—$890 cada una, es un buen precio —seguía meditando el valor.

—¡Ema, mira! —la voz de Daniel, me hizo girar hacia su dirección—. ¡Son super lindas!

El chico sostenía una cajita con dos tazas a juego, al parecer eran las que habían quedado de San Valentín.

—¿No son lindas? —insistía.

Observe más detalladamente las tazas, una era blanca con muchos mini corazones rojos, y la otra era roja entera con un enorme corazón blanco.

Sin lugar a duda, era el regalo perfecto para un par de tortolos enamorados.

Obviamente no era mi caso.

—Son lindas, pero... —comencé a opinar, siendo interrumpido por el pecoso.

—Esta a $1.290 el pack.

Como antenas, mis sensores de ofertas se activaron, ¡Era un precio tan barato!

—Ponla en el carrito —murmure, dejando la taza que tenia entre mis manos, en su lugar.

El resto de las compras fueron normales, Daniel tenia ciertos gustos distintos a los míos.

Eso fue lo que aprendí cuando vi como ponía en el carrito del supermercado, cereales, yogurt, distintos tipos de dulces y claro, un pastel de chocolate.

Podría quejarme, claro que podía. Pero el dinero era de la hermana del chico, no podía simplemente ir y prohibirle que hombre algo.

Finalmente, después de una tarde agitada en el supermercado, llegamos al departamento, cargando las pesadas bolsas.

Sin preocuparnos mucho, las dejamos sobre la mesita de centro y nos dejamos caer en el sofá grande, agotados.

—Finalmente en mi hogar... —susurré, soltando un suspiro, aliviado.

Vi por el rabillo de mi ojo, como el pecoso hurgaba las bolsas, hasta encontrar la cajita de las tazas. Callado vi como la abría y sacaba la blanca con corazoncitos rojos. Para finalmente volver a sentarse en el sofá.

—¿Qué haces? —pregunte curioso, al verlo sacar su móvil y encender la cámara.

—Actualizare Instagram, hace dos días que no subo algo —respondió, posando con la taza ante la cámara y sacando infinidad de fotos.

Arqueé una ceja ante su respuesta. Yo no subo una foto hace 3 meses...

Después de una larga sesión de fotos y distintas poses, de las cuales tan solo subió una.

—Mira —acerco su móvil a mí, mostrándome su nueva foto en su perfil. El chico se veía lindo, lanzando un pequeño beso con los labios, con su mejilla pegada a la taza. De las esta mencionar la enorme cantidad de filtros que le había colocado—. ¿Te gusta?

Baje un poco la vista, leyendo el pequeño texto que había puesto en la descripción:

"Tasita nueva, no es presioza??"

Esto tiene que ser intencional...

—¿Y? —insistía.

—Esta linda...

Omití cualquier gesto de incomodidad ante su mala ortografía.

[H]Ortografía (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora