Capítulo 2

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—Enmanuel—

—Daniel Coztra —respondió el menor.

—Claro —camine con pasos robóticos y pesados hacia la cocina, en donde estaba preparando mi desayuno antes de que golpearan la puerta.

Prendí la llama de la cocina y coloqué la vieja tetera. Mientras hervía, saqué pan de anoche de la bolsa reutilizable y lo puse a calentar en el tostador.

Una vez todo listo y con la tetera silbando, quité el pan del fuego y serví el agua hirviendo en mi taza del alcalde de mi cuidad.

Con taza en mano y pan caliente en el otro plato, me di vuelta. Unos verdes ojos me hicieron pegar el salto de mi vida, en donde mi pan salió volando hacia el piso junto a mi taza. Supongo que esta de mas mencionar el hecho de que mi vajilla quedo rota y mi desayuno desparramado por el suelo.

—¡Madrecita santa!

Genial, la ultima taza que me quedaba.

—Aun no me has dicho tu nombre —hablo el chico, con su típica sonrisa—. Ni tampoco me has dado tu WhatsApp —comenzó a enumerar con sus dedos—, ni tu Instagram, ni tu Twitter, Porque tienes Twitter, ¿Verdad?

—Eh... ¿Qué? —pregunte de manera boba. Aun no superaba el hecho de que me había quedado sin taza.

—¡Tu número! —gritó.

—Ah.

El chico sin pensarlo mucho, saco su celular del bolsillo de su pantalón, tecleo un par de veces y finalmente alzo la mirada, clavando sus intensos ojos en mí.

Nos miramos unos segundos eternos, sin decir nada.

—¿Por qué me miras tanto? —pregunte, después de estar mirándonos como idiotas por más de un minuto.

—Tu número, dah.

—Oh.

Lleve mis manos a los bolsillos de mi pantalón, recordando de inmediato que aún seguía con mi pijama gris de conejitos blancos puesto, y mis pantuflas de pies de monstruo con garras. No me culpen, estaba en oferta el pack.

—Después, ahora no lo traigo encima.

—Bueno —dio media vuelta, dándome la espalda y salió de la estrecha cocina—. Veré un poco de televisión.

Me asomé por el borde de la puerta de la cocina y vi como el chico pecoso se dejaba caer al sofá y prendía el televisor, dejando el canal de las noticias.

Una vez solo, me agaché y con cuidado barrí mi desayuno con la pequeña palita y escoba que tenía. Finalmente, mi desayuno fue a parar al bote de la basura, sequé el piso con el trapero y tras verificar que había quedado limpio. Me serví un vaso de agua y fue a sentarme al living donde estaba mi nuevo compañero de departamento.

—¿Me darás tu número ahora? —pregunto Daniel, sacando nuevamente su celular de gran pantalla.

—Después —respondí, dando un sorbo a mi agua. Estaba fría.

—¡Oh, vamos! Solo es tu número.

Clave mi vista en las noticias. Un caso bastante impactante: una pareja homosexual, después de discutir, había acabado en el asesinato del mayor. Realmente sorprendente, considerando la corta edad del asesino.

—Ema —me llamo David, tarde unos segundos en voltear mi cabeza en su dirección—. Tu número.

—Es Enmanuel —le corregí.

—Lo que sea —di otro sorbo a mi agua—. Solo dame tu número.

—¿Para qué? —pregunté, sin quitar mis labios del borde del vaso.

—Tenemos que estar en contacto. Ya sabes, tu estarás en el trabajo y yo aquí solo. Debemos estar comunicados.

—Descuida —comencé, alejando el borde del vaso de mis labios—. Estaré en el departamento por un tiempo.

No quería llegar a muchos detalles sobre mi situación actual.

—¿Por qué?

Por un demonio, ¿Por qué es tan curioso?

—No estoy trabajando —resumí.

—¿Por qué? —insistía—. ¿Estás de vacaciones?

Negué con la cabeza. Talvez si era necesario entrar en detalles.

—No tengo trabajo —explique—. Desde hace dos semanas.

—Oh —soltó simplemente—. Entiendo.

Note como su actitud había cambiado de manera ligera, se podía apreciar un poco más sumiso y cabizbajo. Sentí un pequeño remordimiento. Talvez deba poner un poco de mi parte y llevarnos mejor.

—Te daré mi número —comente, colocándome de pie, mientras dejaba el vaso sobre la mesita de centro.

Los ojos del pecoso volvieron a brillar con intensidad, colocándose de pie junto a mí.

—¡Gracias, Ema! —exclamo entusiasmado, siguiendo mis pasos hacia mi desordenada habitación.

—Es Enmanuel —susurre para mi mismo, tomando mi celular de la mesita de noche y desconectando el cargador blanco—. Anota.

Le dicte mi número. Después de dictarlo me llamo para guardar su número.

Daniel (Hermano de Laura): era el nuevo contacto que había agregado a mi agenda telefónica.

[H]Ortografía (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora