Cap. 10 Monstruo final

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"¿Estamos todos bien?", preguntó Goff, con la intención de hacer recuento de daños. "Entonces, ¿de quién es esa respiración agitada?".

Un resuello profundo inundaba la última cámara. De entre la oscuridad, aparecieron dos columnas de vapor y un torso musculado y peludo. Era el monstruo definitivo para aquel laberinto.

Los enanos trataban con grandes bueyes que les ayudaban en su trabajo minero. Aquel ser era del tamaño de dos bueyes, ostentaba una mayor cornamenta y se alzaba sobre dos poderosas patas. ¡El Minotauro!

Nala no lo pensó mucho para arrojarle una de aquellas flechas capaces de atravesar dos duendes. ¡Buen tiro! El monstruo bramó, herido.

Martillo, hacha, maza: todo era poco para derribar aquella fiera criatura, que se defendía también con dos fuertes brazos acabados en garras.

La sangre del Minotauro se iba sumando a la de los enanos hasta formar un río embarrado.

Pook estaba muy mal herido. Pensó que un golpe más del monstruo acabaría con su vida y, entonces, deseó salir de allí.

En la confusión de la pelea, con la muerte tan cercana, ni siquiera él advirtió que el anillo —ese que el burlón Alquimista parecía haber dejado como prenda— había comenzado a vibrar.

RESCATE DE LA TUMBA -Cuatro contra la oscuridad vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora