—No sé qué le pasa a los profesores que no notan que esa tipa está loca de remate. Mira que le quedó de lujo al profesor Ronald obligarnos a venir el día de los enamorados, al cumpleaños de La Quijote —murmuró Valentina molesta—. Y de paso, ¡mira este lugar! —comentó con asco.
—No sé qué me aterra más si el techo de latón que está carcomido y oxidado en su totalidad, la ausencia de ventanas, ese lago de agua podrida al fondo, o los cientos de mosquitos radiactivos que están saliendo de él —agregó Anthony con la piel erizada—. Debimos imaginar algo así cuando la invitación decía: Galpón 36 de la Zona Industrial Dos. Acá de seguro saldremos todos con Dengue Hemorrágico.
***
Andreina no podía creer que todo el salón estuviera en la fiesta. Maldecía al profesor Ronald por haberlos amenazado; ella hasta tenía que hacer que Erika le firmara una carta de asistencia o la expulsarían por Bullying.
—¿Tú qué haces aquí ni siquiera eres de nuestra sección? —preguntó curiosa a Amanda. La chica punk jamás interactuaba con nadie, y era otra de las víctimas de las alucinaciones de Erika.
—Vine a llevarme a Santiago, el muy idiota es tan tonto que es posible que esté aquí —contestó buscando con la mirada por el horripilante lugar—. ¿La demente no tuvo un lugar más terrorífico donde celebrar su cumpleaños?
—¡Hoy ni siquiera es su cumpleaños! Ella cumple en noviembre, y ya este año cumple diecisiete. Pero en el liceo están idiotizados con ella, ¿acaso no pudieron buscar su partida de nacimiento para saber que yo no estaba mintiendo?
—Hay que unirnos y explotar la burbuja de La Quijote. Yo no me calo más esta mierda. Es que, como es posible que... ¡Santiago está allá! —gritó mirando a su amigo sentado sobre una gavera de cerveza—. Yo lo sabía, ese pendejo. Ni siquiera escucha nada por estar todo el tiempo con esos audífonos, ¡explícame cómo llegó acá!
Amanda no se quedaría más tiempo, agarraría a Santiago y se lo llevaría bien lejos de ahí. Antes de que pudiera llegar a él, Carolina se le atravesó de frente. La Sancho Panza, tenía un gran megáfono que no dudó en usar.
—Con ustedes la cumpleañera, la princesa, ¡Erika!
Valentina ni siquiera pudo reírse cuando vio aquello, era tan bizarro que parecía parte de un universo paralelo.
Erika entró arrodillada sobre una silla con rueditas que Carolina iba jalando con una cuerda. Ella estaba saludando como si fuera de la realeza, lanzando besos y sonriendo.
—¡Aplaudan! —ordenó Carolina, ante el silencio sepulcral que se hizo de pronto.
En su intento por agarrar bien el megáfono y a la vez grabar los eventos, Carolina se enredó con la cuerda de la silla, jalándola tan fuerte que esta comenzó a tambalearse.
Anthony, Valentina y Alejandra se cubrieron las bocas para reprimir sus carcajadas. Andreina en cambio se llevó las manos a la cara, ya no quería seguir viendo ese espectáculo, se supone que Erika fue su amiga de la infancia, y ahora era el payaso del liceo.
La silla se tambaleaba de un lado a otro y Erika se sujetaba a ella en vez de bajarse, cuando ya iba a caer Esteban la sostuvo.
—Sí, lo estoy —dijo ella. Él no entendió a qué se refirió, pero ella era inentendible, así que solo asintió y se volteó para alejarse lo más pronto posible, sin embargo, ella lo sujetó—. Sin ti no sé qué habría pasado.
—Ajá, sigue con tu fiesta —intentó irse, pero ella lo sostuvo con más fuerza.
—Él me salvó. Me duele tanto que siga enamorado de mí...
—¡¿Qué?!
Las risas no se hicieron esperar, de nuevo La Quijote relatando su novela imaginaria en voz alta.
—No puedo dejarme llevar por su tierna mirada, ni por ese cuerpo de Dios Azteca...
Las carcajadas fueron más fuertes, sus amigos no dejaban de gritarle a modo de burla: ¡Mírame Dios Azteca!
Esteban tuvo suficiente, jaló su brazo haciendo que ahora sí Erika cayera de la silla. Ella no le prestó atención, se puso de pie y caminó hasta donde estaba su hermoso Dulcineo Durmiente, su Santiago.
***
Luego de la bizarra entrada, se vino el más extraño de los bailes. Valentina lo estaba grabando y es que estaba segura que se ganaría unas cuántas millones de reproducciones en Youtube.
—¿Cómo es que no sabíamos que estábamos rodeados de tantos fenómenos?
La supuesta banda estaba compuesta por el grupo de los inteligentes del salón, pero tocaban con tapas, tobos, una tabla con clavos.
—No estaría mal si tuvieran un gramo de oído musical —comentó Mateo—. Lo peor es que Marcos me dijo emocionado que su banda iba a tocar por primera vez, que estaban esperando el pago para comprarse una cocada.
—Nadie les pagaría por esto, y menos La Quijote que no tiene ni para comprarse un mango con sal.
***
Andreina tenía que huir de ese lugar. Hace media hora estuvo persiguiendo a Carolina para que le firmara el comprobante de que había ido a la fiesta, pero esta se negó. Ahora escapaba de la demente de Erika y su secuaz. Según Erika su media naranja era Esteban, le había arrojado a ambos una rama de Gamelote, que supuestamente era la flecha de Cupido. No tenía idea de qué querían hacer con ellos dos pero no lo permitiría. Iba a continuar corriendo hasta llegar a la salida, pero se topó con un cuerpo que la sostuvo.
—No pensará irse cuando Brayan El Sicario apenas está llegando, ¿cierto?
Andreina tragó saliva y negó. Ya nadie se reiría por el resto de la fiesta, eso seguro.
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Unicornios, coronas y reguetón.
HumorErika es una adolescente venezolana que ha enloquecido tras leer tantas novelas juveniles en Wattpad. Ahora cree vivir dentro de su propia novela extra cliché, afectando así la vida de todos sus compañeros de clases, que se han visto obligados a ser...