Capítulo tres

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Las risitas y gruñidos roncos retumbaban por la enorme, y costosa, habitación, acompañados de toqueteos sucios y besos en zonas comprometedoras.

—¡Puddin! —Reclamó Jimin riendo cuando sintió una mano traviesa apretar su nalga por debajo del pantalón.
—Mhmm... mi bebé pequeño —Susurró con su voz ronca en su oído, estremeciéndolo.
—¿Pequeño? —Elevó una ceja y colocó su pierna por sobre la cadera del mayor.

YoonGi sonrió ladino y acarició la pierna que ahora, le causaba una terrible presión en su pantalón.

—¿Mi bebé ya no es inocente? —Se acercó a su cuello, respirando sobre el mismo —Pues, debo castigarlo.

El momento que ambos estaban esperando, fue interrumpido por un empleado novato, quien entró sin siquiera tocar la puerta.

—Pero, ¿que carajos...? —El peliverde se levantó de un salto, sacando el arma de su bolsillo para luego apuntar al sudoroso chico —¿¡Acaso no sabes tocar!?

"Amabilidad, consideración", la ejerción de esas palabras no existía en la vida del Joker, en especial con sus empleados.

—Se-Señor, es una emergencia —Tartamudeó.

Lamentablemente esta era la primera vez que veía a su jefe, no sabía cómo eran los tratos ni los cuidados que debía tener.

—Más te vale que lo sea..., vete —Gruñó, haciendo que el adverso salga corriendo.

YoonGi volvió a acercarse a Jimin, quien no estaba para nada feliz.

—Bebé...
—Está bien —Lo interrumpió negando con su cabeza —Ve, Puddin.
—Vuelvo en un momento —Besó a su pequeño fogosa pero rápidamente para luego salir de la habitación.
—Ese hijo de perra entró sin tocar —Murmuró el de pequeñas manos.

Las puertas del ascensor se abrieron en cuanto los pies descalzos del Joker tocaron el sensor. Él mismo se había encargado de emplear gente que lo hiciera posible.

Entró al reducido lugar cubierto con una delgada capa de oro macizo en algunas partes y espejos mientras observaba sus tatuajes.
Ni siquiera se molestó en ponerse una camisa, ese era su edificio y nadie podía quejarse.

"Doom", las puertas se abrieron, dejando ver una enorme sala de planificaciones, pantallas grandes y científicos forzados a trabajar para él.
Todos dejaron de correr de un lado a otro en cuanto vieron que el jefe mayor ingresaba al lugar con aires de grandeza.

—Señor —Se acercó una de las empleadas al mismo con una reverencia apresurada.
—¿Que es lo que sucede, Soomin? —Preguntó con impaciencia.
—¡Ha vuelto!
—¿Quien ha...? —Se vió interrumpido por tercera vez en el día, sólo que ésta vez fue por el apagón que hubo en toda la sala —¿Que sucede? —Gritó.

Una risa estruendosa invadió el lugar, causando gritos de varios.

—Señor...
—¡Que enciendan las pantallas! —Su orden fue acatada al instante, dejando ver a su mayor molestia, a su grano en el trasero, su pelo en la sopa. Jung Ho Seok sonreía con sarcasmo a través de la más grande pantalla de la sala.
—¡Pero miren a quien tenemos aquí! Puddin —Imitó a su novio con voz chillona.
—¿Que mierda quieres, Jung? —Preguntó de mala manera.
—Oh, ¿por que hablas así? ¿No me extrañaste? —Fingió un tono ofendido y siguió riendo —Veo que aún tienes problemas de seguridad.
—Tienes un minuto —Cortó el dramatismo.
—Necesito mil quinientos —El escuchar esa frase hizo que una enorme carcajada se desatara de la boca del mayor.
—Jung, ¿quieres de mi dinero? Si que eres un fracaso —Esta vez, le tocó al castaño reír, haciendo que el contrario frunciera su ceño.
—Oh, YoonGi, eres tan iluso.
—¡No vuelvas a decirme YoonGi, bastardo! —Lo apuntó amenazante con su dedo.
—Mil quinientos hombres, Joker —Dijo serio.
—¿En serio crees que te los daré?
—¿Dar? Oh, no, sólo serán prestados. Supongo que lo harás... —Dijo entre dientes con un gruñido —O te quitaré hasta las ganas de respirar —Miró sus uñas desinteresadamente.
—No lo haré.

¿Quien se creía? ¿Desde cuándo alguien podía hablarle de esa manera? Era el jodido Joker.

—Pues, me veré obligado a... —Antes de poder decir nada, el peliverde presionó un botón y cortó la transmisión.
—Nadie me amenaza, hijo de perra.

Be Mine, Harley (Yoonmin) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora