Tres

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Di dos golpecitos suaves a la puerta de la habitación de Adam.

-Adam, el rey ha llegado - Adam se acababa de vestir y en la cama había una chica rubia, no quise saber quién era.

-Ya voy, ves a recibirle.

¿Otra vez? Como podía hacerme esto! Ahora parecería una estúpida ante todos.

La cena transcurrió sin novedades. El rey le concedió plenos poderes sobre la herencia de su difunto tío.

-Maldito imbécil - cerré la puerta bruscamente detrás de mi - ¿Como se atreve? - me quité los pendientes y los tiré sobre la mesita de noche.

Estaba cabreada. No podía pensar en otra cosa. Me quité el vestido y me puse un camisón de seda. Me acosté y me dormí entre lágrimas. Quizás no lo quería, pero no soportaba la idea de que otra mujer se acostara con él.

Me levanté sin ganas. Esta vez Maria trabajaba en la cocina y no vino a vestirme, órdenes de Adam. Cada día me tenía más abandonada, sin criadas, no me besaba ni me veía en días...

Salí a dar un paseo en caballo, quería despejarme y olvidarlo todo. Pero fue imposible.  

Mientras cabalgaba por los jardines mis lágrimas caían por mis mejillas y por mi cuello hasta llegar a mis pechos. Decidí detenerme porque las lágrimas me nublaron la vista. Me senté en un banco de piedra, pusé mi cabeza entre mis piernas y seguí llorando. Allí no podría verme nadie, estaría lejos de Maria, Adam o Alex. Odiaba que me vieran llorar.

-Aquel que te haga llorar no te merece - oí en un susurro. Levanté la cabeza y allí estaba él, Justin. Con su precioso pelo y su impecable sonrisa que se convirtió en una mueca al verme.

-No importa - me levanté y cogí las riendas de mi caballo.

-Anne - me cogió la barbilla y me besó. Era dulce, tierno pero con fuego interno, la pasión. Nos separamos y me miró a los ojos - odio verte llorar - susurró.

-¿Porqué me has besado?

-¿Necesito motivos para quererte?

-Esto no está bien - me tapó la boca y no me dejó terminar. Hizó un pequeño movimiento con su cabeza y ví que uno de los críados venía en nuestra dirección.

-Nos veremos más tarde. -Susurró antes de marcharse.

-No, Justin - traté de no gritar.

Estaba confundida. Acababa de conocer a Justin pero me sorprende con un beso y Adam me engaña de nuevo pesé a estar casados. Mi vida era un maldito caos.

-Señora la comida ya está lista - me avisó una criada.

-¿Comera conmigo mi marido? - se llevaron mi caballo.

-No señora, él se marchó a la ciudad hace unas horas.

-Entonces no te molestes, no comeré.

-Como deseé - se fue hacia la cocina.

Durante toda aquella tarde estube encerrada en mi habitación escribiendo poemas. Hasta que unos golpes en la ventana me interrumpieron.

-¿Justin? - abrí la ventana.

-Toma - me dió una rosa roja - acabada de recoger.

-No deberían vernos juntos y lo sabes.

-No me importa - sonrió.

-El beso de antes...

-Olvídalo - me cortó.

-No quiero olvidarlo.

-En serio, olvídalo.

-No! Para mi fue especial! - sonreí y él tambien.

-Me gustaría que nos pudieramos ver de otra forma, con calma - su mirada se entristeció - pero es difícil que una mujer como tu pueda estar conmigo.

-¿Eso que tiene que ver?

-Mírame! No tengo nada! Ni dinero, ni joyas.

-Justin! No me importa - pronuncié cada palabra lentamente.

-¿El qué no te importa? - la voz de Adam irrumpió en la habitación.

-Adam! - Justin se alejó de la ventana - El jardinero me estaba diciendo que necesitaría nuevas herramientas.

-Ah... Cierra la ventana - la dejé un poco entreabierta y susurré un "adiós" a Justin - He oído que te llevas muy bien con él. ¿Sabes ya su nombre?

-No, ¿porque tendría que llevarme bien con él?

-Porque ayer te ví hablando con él - me cogió con una mano el cuello y con la otra el pelo en un rápido movimiento.

-Adam me haces daño - estaba asustada - Adam.

-¿Que te traes con ese tipo? - Apretó con más fuerza su mano contra mi cuello.

-Nada - logré articular en un susurro, pero su mano me apretaba más y más. Empecé a perder el conocimiento y Adam me dejó caer contra el suelo.

Mi respiración era agitada, no podía parar de llorar y toser. Pero a Adam no le importó. Me dió una patada en el costado y solté un grito espantoso del dolor. Me miró una ultima vez y salió de la habitación.

"Que nadie la moleste" oí fuera antes de que mi vista se oscureciera.

Secret PassionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora