My Enemy. Food.

Hospital

La sala de urgencia se siente fría y solitaria, através del cristal visualizo a mi madre aterrorizada, en sus ojos hay dolor, y mi corazón se encoge por un milisegundo pero me distrae la incómoda sensación de un líquido frío entrando y recorriendo mis venas, miro a la persona enfrente de mí, acuclillado mirando mi muñeca con una mueca aburrida de cotidianidad mientras yo, con una mirada seria, inquebrantable me estoy destruyendo por dentro pero me siento desorientada, adormilada, quizá si hubiese hablado antes yo no hubiera terminado aquí, con todos estos desconocidos, durmiendo en una incómoda silla de metal, llorando porque ni siquiera la música puede callar la voz de culpabilidad que me grita a todo pulmón dentro de mi cabeza.

Estoy deshidratada, han intentado sacarme sangre ya más de una vez, nada, no sale.
Después de haber vomitado varias veces los días anteriores, haber hecho ejercicio, y matarme de hambre, ya no hay sangre que puedan sacar.
Sacan a mi madre del hospital, me siento sola, miro todos los rostros enfrente de mí, no reconozco a ninguno, lloro en silencio, todos me ven, pero a nadie le importo, nadie sabe siquiera porque estoy aquí y de algún modo lo agradezco, me da vergüenza aceptar lo que soy.
Lo único que se me viene a la cabeza es dormir, lo intento con el sonido de una televisión de fondo y pasos de enfermeros de aquí para allá, las paredes son blancas pálidas y las luces lo son aún más, me arrepiento de todo lo que he hecho hasta este momento, cierro los ojos e intento pensar en qué momento cruce la línea, y en qué momento mi cordura decidió emprender viaje. Nunca sentí la ansiedad tan fuerte, tan desoladora.
Duermo. Despierto. Mamá no está allí. Vuelvo a dormir, no quiero despertar, quiero que todo esto termine, quiero salir de este lugar.