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16 años después...

- ¡Vamos, linduras! No es tan difícil golpear un balón.- Se oía por parte de alguno de los espectadores. Y más de una de las chicas presentes no dudaron en levantarle el dedo del medio.

La señal del silbato se había hecho presente, y su equipo había realizado el saque. Gritos indistintos se escuchaban en el fondo con cada pase, algunos de aliento, otros de abucheo, pero al final nada de eso llegaba a la mente de Sophia, solo la preocupación de haber quedado con una jugadora menos, pues escaparse para surfear le había parecido más importante.

Podía sentir la arena tocando sus pies descalzos casi como si fuera una extensión de ellos, recordándole que estaba viva, y que había tenido una gran posibilidad de no estarlo. Percibía la forma en la que se movía con cada paso, al igual que cuando el viento soplaba con ligereza, y el modo en que las olas visitaban la orilla. Eran más que solo sus sentidos, eran pequeñas partes de su cuerpo diversificadas en cantidades infinitas, esperando a que su atención se concentrara en ellas de la misma manera en la que lo hacía con la pelota, que rebotaba de equipo a equipo, pero lamentablemente, no a su favor.

<<Es solamente un poco de aire, nadie sospecharía y anotarían el último punto...>> Le sugerían sus pensamientos una y otra vez, intentando convencerse a sí misma de que usar su peculiaridad a su favor por una vez no le dañaría a nadie, mas sabía que no lo haría. Demasiadas veces se había planteado si valía la pena ser diferente, si debería sacar más provecho del don que la perseguía. Era extravagante, única quizás, y lo sabía, al igual que sabía que cientos de personas matarían por utilizar sus habilidades. Excepto ella misma, pues la idea de que hacerlo la convertiría en una mala persona la paralizaba, y es por eso que por el momento le bastaba con hacer crecer plantas.

Podía controlar muchas cosas, menos su propia mente, porque cuando salió de sus pensamientos y volvió la vista a la playa, un saque del equipo contrario venía con toda fuerza hacia su posición y no había sido lo suficientemente rápida como para rematar. Habían perdido el partido.

Poco le importaba la derrota en ese momento, no era más que un simple juego, pero el hecho de que su rareza la haya distraído tanto como para olvidar la vida normal en la que se encontraba le provocaba dolor de cabeza. ¿Por qué la habían elegido a ella? De todas las personas en el mundo que podrían haber sido utilizadas, la escogieron a ella para convertirla en un adefesio. Y era algo con lo que sabía que debería convivir por el resto de sus días, ignorándolo lo más posible. Constantemente intentaba concentrarse en algo más importante, como su última fiesta de secundaria, la cual debería estar disfrutando junto con sus compañeros alrededor de la fogata en lugar de estar filosofando en la orilla.

No era una chica común, pero su vida normal era algo que de verdad disfrutaba. El hecho de acercarse a sus amigos era algo que siempre le subía el ánimo, bailar juntos, beber, reírse, verlos disfrutar de sus vidas tan sencillas. Sabía que jamás iban a entenderla, pero a su vez podía ver que todos tenían batallas por pelear, y eso la hacía sentir más tranquila, más humana, porque de eso se trata ser humano, de pelear con la vida para buscar estar bien. Es por eso que cuando la música sonaba a todo su poder y más de uno se tambaleaba por la borrachera o hacían bromas sin sentido, sabía que no deseaba ir a ningún otro lado, así que se mantenía moviendo su cuerpo a la luz del fuego, viviendo sus pocos momentos de sobriedad de la mejor manera.

Hacía un par de horas desde que el sol los había abandonado por completo, y era la luna la que presenciaba el festejo de aquellos que sabían que tomarían caminos distintos dentro de poco tiempo, y que deseaban disfrutar su vida como si fuera la última noche. Algunos continuaban disfrutando la forma en la que el agua abrazaba sus cuerpos, otros cayeron rendidos a los brazos de Morfeo, mientras que el pequeño grupo con el que Sophia se encontraba mantenía una conversación sin pies ni cabeza, completamente entregados a los efectos del alcohol.

A penas era capaz de distinguir el lugar en que estaba sentada, pero fue capaz de captar una imagen poco alentadora, casi espeluznante. La forma en la que los hechos ocurrieron fue sorprendentemente rápida.  EthanGarrelson, uno de sus compañeros desde primaria, quien se encontrabacompletamente inconsciente, estaba siendo cargado por dos sujetos quedesconocía. Por un instante, se planteó si no sería una especie de alucinación,y solo se tratara de sus padres viniendo a recogerlo, tendría sentido, hastaque pudo darse cuenta de la verdadera situación. No lo dirigían hacia el ladode la ciudad, ni intentaban despertarlo, sino que rociaban un líquido oscuropor todo su abdomen mientras lo guiaban hacia el fuego. Planeaban asesinarlo. Intentó gritar por ayuda, pero las únicas personas medianamente sobrias estaban demasiado lejos como para escucharla, y a cada segundo en que intentaba recobrar la compostura para correr y ayudarlo, el cuerpo de Ethan se encontraba cada vez más cerca de la fogata. Su cerebro le recordaba que no necesitaba acercarse, que solo bastaba un chasquido para que el fuego repentinamente se convirtiera en cenizas, pero su cuerpo no respondía del todo, no lograba enfocarse lo suficiente como para hacer más que mover un poco las llamas. Tantas veces se había quejado de la existencia de su don, y ahora que lo necesitaba, no estaba lo suficientemente despierta como para usarlo.

 El sudor corría por su espalda y la vista se le nublaba, todo lo que podía hacer era aceptar su segunda derrota en el día, él moriría, y no había estado ahí para ayudarlo. El tiempo fue demasiado corto como para apartar la mirada al verlo ser arrojado al fuego. Ni siquiera comprendía lo que había pasado, pero de alguna forma el cuerpo dormido de Ethan había esquivado las brasas, y los hombres salieron disparados hacia el lado contrario, golpeando sus cabezas contra el puesto del guardavidas. No entendía, no había sido ella, nadie se había acercado a salvarlo, pero estaba vivo, y entero.

Fue tal la angustia y el estrés del momento, que Sophia perdió toda la fuerza que le quedaba en los músculos, cayendo de rodillas a la arena, para luego recostar su torso y dejar de luchar por quedarse despierta. Fue entonces cuando un joven se aproximó a ella, mirándola con detenimiento, con una sonrisa triunfante en sus labios, como un niño que acaba de conseguir el dulce que quería.

- ¿Sophia Twist? Quien diría que de esta forma te encontraría. Es lindo verte de nuevo

<<Jamás he visto a esta persona ¿Cómo sabe mi nombre?>> Fue la última reacción que su mente fue capaz de producir, pues sus ojos comenzaron a cerrarse, abandonando poco a poco la conciencia...

RaméWhere stories live. Discover now