Prólogo

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Adrien suspiro profundo mientras salía de la escuela tras terminar sus clases de esgrima.

Ése día sería la fiesta de 15 años de Marinette y su padre no le permitía ir, como siempre.

Ella pareció comprender cuando le dijo que no podría ir pero él se sentía fatal, un mal amigo por no poder asistir a la fiesta de cumpleaños más importante para una chica.

"Ella no va a estar enojada contigo así que pelea bien."

Fueros las palabras de Kagami que se molestó por ganar tan fácilmente los combates.

¿Qué no se va a enojar? Por favor, Marinette le dijo que lo entendía pero seguro que a partir de ahora se generaría una brecha entre ellos y ella poco a poco le dejaría de hablar.

-Adrien.

El chico salió de sus pensamientos y vio como Marinette estaba esperandola junto con su guardaespaldas que estaba de brazos cruzados.

¿Será qué ella lo fue a buscar para decirle que no le vuelva a dirigir la palabra en toda su vida por no querer ir a su fiesta?

La chica que ocultaba sus manos, las extendió adelante, dándole a su amigo una caja que ocupaba ambas manos.

El rubio arqueo una ceja mientras ella sonreía algo tímida.

-Yo... ya que no puedes ir a mi fiesta... te traje algo de pastel a escondidas de mis padres.

Algo en el interior del chico se sintió raro y fruncio un poco el ceño mientras tomaba la caja con el pastel en su interior.

-Yo... ¿está bien qué tenga la primer rebanada aún antes de que tu fiesta empiece? - preguntó y la ojiazul asintió con una inmensa sonrisa que dejaron a Adrien vulnerable.

¿En verdad se merecía tener una amiga tan increíble como Marinette?

Y él ni siquiera tenía un regaló por estar batallando para recibir permiso para ir a su fiesta.

-Bueno...

La chica miró al suelo por un rato antes de dar un gran suspiro, ponerse de puntillas de pie y darle un beso en la mejilla, dejándolo con su cuerpo extraño.

-Nos vemos el lunes en la escuela.

La azabache se fue corriendo, dejándolo con la boca abierta y su respiración agitada.

Kagami que estaba bajando las escaleras y vio todo, se acercó a su rival de esgrima con una sonrisa resignada.

-Te dije que ella no estaría enojada y no te preocupes, luego te cuento cuán divertida fue la fiesta.

Presumió la japonesa, yendo a su auto mientras Adrien sólo la veía molestó.

La próxima vez que tengan esgrima, cobraría venganza por tal afrenta.

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¡Hola!

Aquí una nueva historia que escribí hace... 5 minutos.

Mañana actualizó las otras, ahora estoy de holgazan, disfrutando de la noche y los molestos mosquitos.

Espero que les haya gustado el prólogo.

Gracias por su tiempo.

Volveré...

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