Parte 3

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Los días siguieron, convirtiéndose en semanas. Repitiendo la misma rutina. Colegio-karate-cocina-deberes-shinichi. Suena muy simple pero a decir verdad, es mucho más difícil ponerlo en acción, en especial la parte de Shinichi. Esperarlo todos los días a medianoche estaba empezando a debilitarme. Al no dormir lo suficiente no conseguía la fuerza necesaria para ir al colegio y aún menos al karate. Sé que no es nada comparado con lo que está confrontando Shinichi en estos momentos pero aun así no dejaba de tener sus efectos secundarios.

Cada vez que llegaba a casa siempre tenía una que otro corte o raspón. Ahora ya no son tan graves como antes pero igual, ver a la persona que amas herido preocupa a cualquiera y casi siempre al regresar de lavar los platos se quedaba dormido así que pocas veces podíamos tener una conversación.

Una vez más, veo a Shinichi rendido del agotamiento. Lo cargué lo más delicado posible tratando de lo interrumpir su sueño hasta mi habitación. Después de que mi papá se enteró que Conan era Shinichi, no quiso saber nada de él y lo echó del cuarto así que ahora esta viviendo en mi cuarto. Aunque de todas maneras no creo que tampoco esté muy feliz sabiendo que ahora dormimos en la misma habitación.

Lo arropo con cuidado y de dirijo a mi cama. Tenía muchas cosas en la mente: ¿qué pasará cuando el entrenamiento termine?, ¿lo que Shinichi está haciendo será suficiente para derrotar a la organización?. Había tantas preguntas que podía hacer un ensayo con ellas, agito mi cabeza para intentar olvidarlo y apago para dormir de una vez por todas.
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Ya es de día, la luz del sol traspasaba las cortinas por lo que no había necesidad de despertador, me levanto y veo el futón vacío donde Shinichi dormía.

- Nuevo día, misma rutina.

Me doy una ducha para quitarme el sueño, aunque no lo crean, siempre funciona. Me pregunto que estará haciendo Shinichi en estos momentos, las cosas que hacen que causan esos rasguños, ¿debería comprar más banditas y desinfectantes?. Con tantas preguntas en la cabeza no me di cuenta de la hora.

- ¡¡Rayos!!, Voy a llegar tarde.

Corrí y me vestí a toda velocidad. Fuí a la cocina pensando que mi papá estaría refunfuñando de porqué la comida aun no estaba lista. Pero cuando llegué, encontré un pedazo de papel en la mesa que decía.

- "Lo siento Ran, me fui poco después de que te despertaste. No te preocupes por mí, tomé un vaso de jugo y unas frutas que quedaban en la refrigeradora.

Atte.

K.M"

Gracias a este evento extrañamente milagroso e imposible de creer fue que pude correr y llegar a tiempo al colegio. Cogí unas tostadas y un yogurt para comerla allá hasta que llegara el profesor.

Pasaban las horas y la ducha estaba perdiendo efecto, mis ojos se cerraban constantemente siguientes clases tuve que usar todo mi esfuerzo para no dormirme. Era muy difícil. Nunca pensé que agachar mi cabeza y poner un poco de cabello cerca de mis ojos me salvaría de una buena retada.
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*Hora del almuerzo*

- Ran...he visto que has estado muy cansada desde que el mocoso se fue. Nunca te había visto dormirte en clase. ¿Qué te está pasando?, ¿estás bien?.

- Estoy bien Sonoko. Solo estoy cansada...eso es todo...

- Sabes que siempre estaré aquí a tu lado para escucharte en cualquier momento, ¿verdad?.

- Lo sé. Siempre puedo contar contigo Sonoko, gracias.

Mostré una sonrisa para mostrar que no había nada de que preocuparse aunque no fuese así. Se sentía horrible no poderle decir a mi mejor amiga sobre lo que estaba pasando. Aunque suene muy cliché, quería escuchar algo que me reconforte, quería librarme de todo esto y decir: sí, tengo un problema. A pesar de ser tan pocas palabras, causaban mucho daño tenerlas guardadas para uno mismo. Esta rutina empezaba a cansarme. Ya no quería esto. Mi ser ya no soportaba, tanto físicamente como mentalmente. Lo único que me animaba a continuar con esto era Shinchi, el saber que él resistía todos los tratos y cambios que sufría su cuerpo día a día y aun así poder ir el siguiente día me daba fuerzas para seguir con esto. Espero que esta pesadilla se acabe...y pronto.

Daria todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora