Engaño.

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Actualmente Misaki deja de pensar en el pasado para regresar a su inquieto presente.

A pesar de intentarlo no podía contactar con su prometido. Ya había transcurrido otro día y al siguiente se casarían. De Asami no tenía noticias, y de Akihito su mejor amigo, que era por cierto, el padrino de su prometido, tampoco tenía noticias.

Desde la extraña conversación con Usagi san se quedó con una espina de pescado en el pecho, se odiaba por desconfiar de su futuro esposo, no poder hablar con él empeoraba sus nervios nupciales. No solo su mente estaba siendo afectada, si no su estómago, a éste paso cree que terminará vomitando sus intestinos, y nadie quiere casarse con alguien sin 2 tripas menos.

Después de darle un par de vueltas al asunto, Misaki tomó una decisión. Iría por él.

Sólo necesitaba verle una vez para poder calmar su estado de novia loca, solo necesitaba que le dijera que todo estaría bien.

Un cosquillita en su bajo vientre lo hace reír nervioso, no sólo se casaría, también tendría su primera vez.. Pensar que reventaría su preciada cereza en una horas lo tenía histérico, en un buen sentido, se sentía un indecente, teniendo sueños húmedos con su prometido, aunque nadie podía culparle, ¡Físicamente era un pecado caminante!.

Algunas veces, y cuando sus besos y caricias se volvían tan pasionales, no aguantaba y quería mandar volando lejos su auto infringido celibato.. ¿Por qué tuvo que ser tan mojigato?.

Asami no quería tomarle cuando las cosas se calentaban, se levantaba de un salto y se iba al baño. Todo por su culpa y sus tontos miedos.

Misaki sonríe ingenuo, porque lo que cree una relación perfecta y llena de consideración, es solo una idealización suya.

Feliz cómo solo puede serlo alguien ignorante, Misaki tomó sus llaves y un abrigo, la noche estaba fresca así que sus pulmones se encogen con el aire frío que entra por su nariz, por eso y antes de que los escalofríos afecten sus nervios, se apresura en abrir su auto, enciende la calefacción de inmediato y también inhala el agradable aroma, Asami le había comprado un aromatizador que a él le encantaba, su prometido lo usaba hace años en su propio auto y olerlo le causa una sensación de familiaridad.

Comenzó a manejar sin problemas, por la hora ya no había mucho tráfico, llegaría rápidamente al penthouse.

Asami ya había firmado el contrato para adquirir aquel hermoso lugar, al principio Misaki se había negado, sobre todo al ver la cantidad de ceros que costaría, insistió en ser más prudentes y comprar algo más sencillo. Asami no se lo permitió y luego de un par de discusiones Misaki accedió a regañadientes, en un principio se sentía incómodo, pero ahora no puede dejar de pensar en que ese será su hogar.

En un semáforo en rojo Misaki aprovecha a ver sus cabellos para acomodárselos, quiere verse bien, caería de sorpresa, Asami no tiene idea de que él sabe de su paradero, pero con lo orejicurioso que es, escuchó "sin querer" a su hermano hablando con su esposa. No es que fuera un metiche, pero cuando el nombre de su desaparecido prometido llegó a sus orejas, fue inevitable ser un espía profesional listo para trabajar en la cia.

Según escuchó, Asami se estaba encargando de terminar los últimos detalles del hogar de ambos, era una sorpresa.

Siendo las 12 de la noche, Misaki recién pensó que quizá Asami ya estaría dormido.

Sabía a ciencia cierta lo militarizado que era su horario de sueño, a las 10 pm ya estaba de copas con su amigo Morfeo, con suerte podría verle despierto. Pero eso no lo va a detener. Calmar sus nervios ahora era una necesidad tan básica cómo hacer el pis antes de irse a dormir.

Luz al final del túnel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora