Capítulo 2

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La reina Channary no creía en el matrimonio y Selene sabía eso desde antes de poder deletrear si quiera la palabra.

Su madre siempre le había dicho que un hombre solo la ataba a una vida de restricciones, que el amor era una mentira, inventada por los antiguos terrestres para asegurar la reproducción y autosustentación de la sociedad; que la monogamia estaba sobrevalorada y que las relaciones siempre tenían sus fallas. Por eso, la primera vez que su madre le dijo que quería que se casase con un principe terrestre Selene se había reído en su cara.

—Selene, este es un asunto de la Corona, ¿podrías dejar de comportarte como una niña?

Esto solo hizo acrecentar la risa de la princesa, la cual solo se detuvo al ver la expresión de su madre.

—¿Hablas... en serio? —preguntó inocentemente, mientras el eco de su risa se desvanecía.

Su madre sonrió —Pensé que esta idea te gustaría, al menos un poco. Yo tenia tu edad cuando comencé a interesarme por los chicos, y...

—Pensé que el matrimonio era una tontería de terrestres —dijo Selene, repitiendo las palabras de su madre. La niña apenas había cumplido los trece años, y su pasatiempo favorito era escaparse de la vista de su madre para hacer bromas a los sirvientes junto a la princesa Winter.

—Y lo es, pero también es una forma de conseguir poder —respondió Channary, con el mismo tono maternal que usaba cuando le contaba cuentos para dormir.

Selene se lo pensó por un minuto —¿Pero y todas las cosas malas que vienen con el matrimonio?

—No tienes por qué pasar por ellas, en tu caso el matrimonio solo es importante por la corona que conseguirás, en cuanto la tengas no será necesario que continúes con ninguna de las otras exigencias. Tal vez solo un heredero, pero después de eso puedes hacer lo que desees.

—No lo entiendo —respondió la niña.

La reina la miró sonriente, mientras pasaba una de sus manos por el revoltoso cabello de la pequeña.

—Aún no debes hacerlo, si el príncipe acepta no tendrás que casarte con él hasta que sea coronado rey.

—¿Y eso cuando será?

—Cuando el emperador Rikan muera.

En ese entonces Selene había pensado que ese momento tardaría en llegar, pero solo fueron necesarios tres años y medio para que la noticia de la muerte del emperador llegara hasta sus oídos.

Su madre apenas había esperado la coronación del príncipe para emprender un viaje hacía la Tierra. Selene tuvo náuseas durante todo el trayecto, odiaba salir de Luna, y odiaba mucho más el motivo por el que lo hacía. Su madre le había dicho el plan, el príncipe... el emperador, debía aceptar una alianza matrimonial con Luna, y ella debía hacer todo lo necesario para conseguirlo.

Al aterrizar en Tierra Selene sintió que no podía mantenerse de pie, sentía la lejanía de su astro, como si esta la debilitará. No obstante, se levantó de su silla y caminó hacia la plataforma. Antes de abrir la puerta su madre le tomó por el brazo.

—Espero que hayas practicado tu encanto, este es un buen momento para acentuar tu belleza.

Selene respiró hondo, odiaba usar su don lunar, pero también odiaba la idea de volverse loca, por lo que solía usarlo diariamente, lo que su madre no sabia es que lo utilizaba con ratas. Y es el cerebro de estas es muy similar al de los humanos. De esta manera lograba utilizar su don lo suficiente para no enloquecer.

Cuando su turno de bajar llegó los nervios se apoderaron de su ser, se quedó un segundo observando a los presentes. Podía a ver a la comisión de su madre parada a un lado de la rampa de aterrizaje, y al frente estaban los terrestres. Tres guardias esperaban detrás de dos hombres con trajes ceremoniales, enseguida reconoció a uno de ellos como el emperador Kaito, el otro debía de ser el consejero real.

Bajó rápidamente hasta pararse justo frente al chico, solo era dos años mayor que ella, y unos cuantos centímetros más alto, también. Selene pensó que el verlo tantas veces fotografía le haría más sencillo el no sonrojarse al tenerle de frente, se había equivocado. De inmediato disimuló el color de sus mejillas con su don, más fue en ese momento en el que se dio cuenta de que no lo había usado al bajar de la plataforma. Su madre estaría furiosa.

El emperador y su corte las guiaron a ella y a su madre hasta el ala de invitados, primero pasaron a la habitación de su madre, la cual era amplia y, como era se esperarse, muy lujosa. No obstante, ella supo a primera vista que no sería suficiente para las expectativas de la reina.

—Tiene potencial —fue lo primero que dijo, mientras entraba y examinaba cada parte de la misma —aún así he traído algunas de mis pertenencias, ya saben, no puedo pasar más de una semana sin mis tan preciados objetos, pero no se preocupen, de eso se encargarán mis sirvientes —Selene bajó la vista, el puesto de taumaturgo era mucho más importante que el de un simple sirviente, pero a su madre parecía no importarle, de inmediato decidió que a ella tampoco. Estos salieron de inmediato del lugar, hacia la nave, de seguro, a traer el sinnúmero de pertenencias de su madre.

—Emperador, ¿cree usted que podrían ubicar una ventana en alguna parte de esta habitación? —volvió a decir la reina, sin embargo, sonaba más como una orden que como una pregunta.

Selene levantó la mirada, el emperador parecía contrariado. Su consejero se apresuró a hablar.

—Su majestad —empezó a decir el hombre —me temo que este cuarto no tiene ninguna pared que de al exterior.

—¿Y? —Selene contuvo una risa, su madre solía ser muy despistada a veces.

Los dos terrestres se observaron por un momento. El emperador decidió hablar.

—No se puede ubicar una ventana, es imposible —Selene pudo detectar un deje de enojo en su voz, giró hacia su madre para ver si también lo había notado, pero ella solo ensanchó más su sonrisa y caminó hacia el joven.

—Aún así, su majestad... —dijo mirando al emperador con esa expresión melosa que la princesa había visto tantas veces —creo que podría buscarse la manera.

Selene miró la expresión del chico, se había suavizado considerablemente, sus ojos observaban a su madre de una manera que le resultó repulsiva, pero luego algo cambió, la chica miró hacia las manos del muchacho, las cuales se encontraban haciendo puños.

—Creo... —empezó a decir él, con los ojos aún fijos en la reina.

—Creo que puedo ocuparme de este asunto —continuó el consejero, robando la atención de la reina. Selene sintió que el emperador al fin respiraba —. Su majestad, el emperador, tiene ahora mismo muchos asuntos de los cuales ocuparse, por lo que, si a usted le parece, puedo encargarme yo mismo de que su deseos sean cumplidos a cabalidad.

La reina examinó la situación, y luego de unos segundos de meditación expresó su opinión.

—Si, está bien. Pero tengo algunas otras peticiones antes de que pueda liberarte de tu deber —. El hombre asintió y su madre pasó su mirada de vuelta al emperador, quien tenía sus ojos fijos en sus zapatos —. Mientras eso, su alteza, creo que podría continuar usted con la tarea, y guiar a mi hija hacia sus aposentos.

Selene giro hacia él, pero este continuó con la mirada en el suelo
—. Por aquí  —dijo después de un segundo, sin levantar la mirada y mientras extendía una mano hacia el pasillo.

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2019 ⏰

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Sin Cables || Selene & KaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora