El Comienzo

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Las alarmas emitían ruidos ensordecedores, al tiempo que luces rojas inundaban la habitación, alertando a los presentes de la inminente entrada del ejército a los establecimientos del Dr. Blackesley. Una guerra a contrarreloj acababa de ser desatada, y solo contaban con unos pocos minutos hasta que llegaran al último piso, donde su obra más preciada corría riesgo de ser destruida. Demasiado esfuerzo había sido requerido para concretar su proyecto como para simplemente entregar sus creaciones, demasiadas voces repitiendo una y otra vez lo loco que estaba por ser tan visionario, aunque él sabía que no a todos les resultaba fácil reconocer a un genio.

Esos cinco bebés eran más que solo víctimas de un secuestro, como la incompetente media intentaba presentar al resto del mundo; representaban el futuro y la evolución, la pura perfección de la raza humana, incluso aquellos que en ese momento intentaban quitarlos de las manos de quien se hace llamar su creador, podrían llegar a implorar por tenerlos en sus bandos algún día.

Aquellos infantes habían sido portadores de distintos experimentos de tal manera que su información genética cambiara por completo, volviéndolos espectaculares, fabulosos, casi imposibles con sus capacidades que a pesar de no estar desarrolladas, se concretarían con el tiempo para ser lo más extraordinario que jamás se haya visto. Estaba seguro de que llegarían a cosas impresionantes, y que siempre volverían a él, el artista que hizo realidad tal obra de arte, para complacerlo en agradecimiento aquella creación que cambiaría el curso del mundo. Pero el resto de los mortales parecía no pensar lo mismo, poniendo la moral por encima del avance, tachándolo de cruel. Quizás lo era, pero sabía que era un genio.

Nunca perdonaría lo que ocurrió esa noche en el edificio. El haber sido humillado y tratado de lunático, para luego ser esposado y encerrado como a un animal. Y lo peor de todo, se adueñaron de los niños, llevándoselos como si tuvieran más derecho sobre ellos de lo que él tenía. Esos niños eran su obra, su legado, su creación. 

Habían decidido acorralarlo como a un loco, y, por primera vez, el estarlo no le resultaba tan mala idea.

RaméWhere stories live. Discover now