La poción

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Y bueno, ten por seguro que esta poción funcionará para atrapar a aquel galante que no te presta atención. Solo piénsa bien a quien se lo darás.

Así decía el artículo que Luciana leía en internet, ya se acercaba el 14 de febrero y ella no tenía con quién pasar aquel día del románticismo. Siguiendo todas las instrucciones, ya había preparado la poción con todos los ingredientes pedidos y puesto en un envase de perfume, el artículo decía que solo un spray a la persona que te gustaba y listo, quedaba flechado por ti.

Y quién más que Luciana para hacer esto, si era una romántica y creyente empedernida, además de que la mayoria de sus amigas ya contaban con una pareja y ella no quería quedarse atrás.
Y no, no es que ella sea fea y nadie quiera algo, al contrario, era linda, no exageradamente, pero si lo suficiente como para gustar. Su inteligencia superaba a todas las de su edad, pero sabía perfectamente que los hombres no eran tanto de admirar esa cualidad, especialmente con el chico que le gustaba.

Manuel, o como a muchos gustaban llamar "Manu", era un chico bello, pero, no es por eso que llamaba la atención, el lugar donde vivian no era muy común ver a alguien con ojos grises y un cabello caoba, así que resaltaba del montón, opacaba a los demás chicos que de igual de bonito que él no eran vistos. A esto le aportamos que Manuel era un tipo educado, inteligente, social. No, no era un chico malo, ni mucho menos tenía la apariencia de uno, sino más bien tenía cara de ángel, y ya de por sí era razón suficiente para que Luciana le gustará.

Iba caminando, su plan ya estaba en marcha, pero de pronto las dudas saltaron en ella "¿Y si no funciona? ¿Y si después de echarselo me queda mirando como loca?" No, no podía dejar que eso ocurra, ya de por si le había sido difícil encontrar los ingredientes. Así que teniendo otra idea, un poco arriesgada se preguntó "¿Y si la pruebo con alguien más primero?" Y así lo hizo, pasaba a su lado un alumno de la Universidad a la que todos asistían, Kléber recordó que se llamaba, tenía que intentarlo ahora, era la oportunidad perfecta, nerviosa volteo y un spray fue suficiente para que el chico volteara a verla.

-Hey Luciana ¿qué tal? Hiciste la tarea de cálculo, prestamela por favor.- dijo Kléber

Genial, no funciona, debí de suponerlo se dijo para sí misma. Menos mal, porque de ser así, ya un poco más conciente pensó, no sé que hubiera hecho teniendo que aguantar al vago del salón. Kléber no era su tipo definitivamente, ella buscaba a alguien inteligente, bonito y educado, y él solo contaba con la segunda característica necesitada para sus requisitos de "el hombre perfecto"

-No, lo siento, se la comió tu perro, ese mismo que se comió la tuya la otra vez que le dijiste a la señorita de física.- ¡Uf! esa fue una buena jugada Luciana, él solo río, le pareció una buena respuesta viniendo de ella, con lo seria y amargada que parece.

Y cada uno siguió su camino, con su rutina habitual, como si nada hubiese pasado, pero pasó y pasará todo.

Al día siguiente , asistiendo a clases como de costumbre, volvió a toparse con Kléber, pero esta vez sintiéndose diferente, él la miró y sintió que todo alrededor no tenía sentido, más solo ella, podía sentir como si hubiera corrido esas maratones que está acostumbrado a participar y no le hubiesen dado ni una gota de agua, y simplemente ella era el agua. Nunca le pareció tan bella, otras veces si lo había pensado, pero esta vez ella era la única bella, pensó en poemas, prosas y besos solo dedicados a Luciana, "oh, hermosa Luciana, qué me has hecho que me siento como si solo necesitase de ti"

Luciana qué mirándolo pudo entender solo una cosa, la poción había funcionado, pero tarde, demasiado tarde, ya se había desecho de ella, la había tirado enojada, pensando en el fiasco de su veracidad. Pero por qué hasta ahora para hacer efecto, había pensado ella.
Luego dándose cuenta de la realidad no supo qué hacer, aquel que solo cumplía un requisito para su hombre ideal se había enamorado de ella y no sabía cómo revertir el hechizo.

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