Capítulo 28

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Sus besos húmedos y apasionados encendían fogosidad en mi cuerpo, su mirada nublada de deseo me invitaba a sentir algo que solo había experimentado dos veces en mi vida y Mario había sido el causante de lo anterior.

Me senté sobre su cuerpo mientras él se acomodaba sobre la cama conmigo encima. Quitó mi campera y la tiró al suelo junto con la suya, comenzó a dejar un sendero de besos sobre mi cuello y así dio la vuelta para dejarme debajo de él. Sonrió, sabía que ahora yo estaba en su poder.

-Déjame decirte que he estado esperando esto desde que te vi en esa maldita subasta.-confesó entre jadeos.- No te vayas como la última vez.-me dijo al oído.

-No lo haré Bautista.-respondí tensándome ante sus caricias sobre mi sostén.

Y estaba más que claro que iba a pasar, aún que mi corazón acelerado no era solo excitación, si no también miedo y nerviosismo que me carcomían por dentro. Era mi primera vez y por más que quería tranquilizarme, sabía que iba a doler y que Mario no iba a ser muy piadoso a la hora de estar unidos.
Acarició mi rostro y tiró su camisa a alguna parte de la habitación.

-¿Estas bien?-preguntó besándome con ternura.

-S..si.-respondí agitada. Detuvo los besos y caricias, me miró con detenimiento.

-No seguimos si no quieres.

-No he dicho eso Mario.-dije sin siquiera mirarlo.

-Hey, no te estoy obligando.-pasó su mano por toda la extensión de mi pierna.- Es en serio, podemos dejarlo aquí.

-No será como la otra vez.-dije.

-______, te repito, no te estoy obligando. Dejémoslo aquí, ¿sí? Puedo esperarte, pero no más que hasta la luna de miel.

-Mario no tienes que esperarme, te he dicho que si.-dije en un grito.

-Tranquila.-procedió a besar mis labios.- Sin presión, cariño.-levantó mi remera hasta donde se encontraba el sostén.- Te queda a la perfección.-me halagó sin pensarlo dos veces. Le dediqué una sonrisa y le planté un beso sobre sus labios.

-Ya no pares Mario.-dije excitada. Sonrió para seguir con su juego de besos y caricias.

-Tus deseos son ordenes princesa.-besó mi ombligo haciéndome estremecer.- Pero debes esperar, todo a su debido tiempo.-repitió la acción anterior.- Vamos, quiero oírte pedir por mi.-susurró mientras desprendía su pantalón.

Tres golpes secos en la puerta hicieron a Mario fruncir el ceño. ¿Qué interrumpía esta vez?

-Hagamos como que no pasó nada.-dijo antes de seguir. Dos golpes más lo hicieron gruñir y mi paciencia se agotaba.- ¿QUIÉN?-gritó enojado.

-James.-dijo del otro lado de la puerta.

-¿Qué coño hace este aquí?-me preguntó como si yo supiera.

-¿Yo que sé Bautista?-respondí malhumorada.

-No importa, dile que se vaya.

-¿Cómo voy a decirle eso Mario?-mi ceño se frunció al igual que el de Mario.

-¿Pueden abrirme?-preguntó con ternura que en este momento me sacaba de quicio.

-Sí, ya vamos.-dijo Mario de mala gana. Se levantó de la cama y abrochó su pantalón.- A este imbécil lo mato apenas abra la puerta así que prepara tus maletas porque nos vamos de aquí.-dijo acomodando su camisa sobre su cuerpo.

Me levanté de la cama y baje mi remera para luego ponerme los jeans.

-Yo voy Mario.

-No _____, voy yo. Vamos a ajustar cuentas.-me tomó del brazo y me zafé de su agarre.
No iba a dejar que él saliera a abrirle a James cuando su erección era más grande que el mismísimo Himalaya.

LA BELLA Y LA BESTIA (Mario Bautista Y ___) Terminada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora