Shades.[Dead or alive?]

En cuanto me entero de la noticia no puedo creerlo. No puede ser posible. No puede ser verdad. Dejo todo lo que estoy  haciendo y rápidamente me meto  en el coche. El cuerpo me tiembla. No soy capaz de meter la llave en el contacto. Madre mía esto no puede ser verdad. Me dirijo al hospital. Todo tipo de esperas se me hacen eternas.

-¿Le puedo ayudar?-

-Emm, sí. Estoy buscando a una chica.-

La voz se me entrecorta. La recepcionista a pesar de ser muchos más mayor que yo me mira con la boca abierta. Tengo intención de decirla algo pero me muerdo el labio para evitarlo.

-Necesito más información.- dice soltando una risita.

Oh venga. Que estas en un hospital. Compórtate.

-Enma…-

La recepcionista va a decir algo pero se calla. En ese momento me doy cuenta de que no se nada sobre ella. ¿Cómo se apellida? Sabe mucho más de mí que yo de ella.

-Más bajita que yo, ojos marrones, pelo castaño; no sé. – en mi tono de voz se puede captar la desesperación.

A la recepcionista se la ilumina la cara, escribe algo en el teclado.

-Planta 3, habitación 201.-

Suspiro aliviado.

-Gracias.-

Giro el pasillo para encontrarme con los ascensores. Pulso el botón un millón de veces.

-Por mucho que le des no se va a abrir antes.-

Una voz que proviene de atrás me asusta y soy un respingo. El hombre tiene los ojos hinchados de llorar. ¿Por qué me suena tanto su cara? Las puertas de ascensor se abren. Educadamente le hago un gesto para que el hombre entre antes que yo. El me lo agradece con una media sonrisa. Nos paramos en la primera planta. Una familia entra en el ascensor lo que me obliga a echarme para atrás. Sigo dándole vueltas a la cabeza. ¿De qué le conozco? En la segunda planta entra más gente y ya estoy casi aplastado contra uno de los espejos del ascensor.

-¿Eres familia de Enma?- pregunto casi en un susurro.

El hombre se gira sorprendido y asiente.

-Em no me dijo nada de un novio.- dice en el mismo tono que yo.

Siento que me ruborizo. ¿Em? ¿Así la llaman en su familia?

-Oh no. Solo amigos.-

Ya estamos en la tercera planta. Nos abrimos paso entre la gente y por fin estamos fuera del ascensor. Respiro profundamente. Ahí dentro hacía mucho calor. Miro a los lados aturdido buscando algún directorio que me indique a donde ir.

-Es por aquí.-

El familiar de Enma –Supongo que es su padre- me guía hasta una habitación. Llama suavemente antes de entrar. Una mujer –Su madre- se gira al oírnos entrar. Ella también tiene los ojos hinchados y la cara rosada de tanto llorar. Se levanta y abraza a su marido.

-Este chico es amigo de Em.-

La mujer asiente y sin previo aviso me abraza. Yo la abrazo a ella con fuerza. Se me parte el alma al ver a Enma en la cama conectada todo tipo de máquinas y rodeada de cables y tubos.

-¿Les dejamos solos?-

La mujer asiente. Les dedico una sonrisa tímida por el detalle y espero a escuchar la puerta antes de acercarme a ella.

Me siento en la camilla y la cojo una mano. No respira ni por su propia voluntad. Esto me está matando. Yo la hablo. La cuento todo lo que hice cuando viaje a Oceanía. Sé que no me escucha pero necesito hacerlo. No sé. Si la hablo siento que está aquí, conmigo. No puedo evitar que una lágrima caiga por mi mejilla. Y una vez que empiezo no paro. Rompo a llorar. Aún no me creo que esto esté pasando. La acaricio la mejilla con la esperanza de que despierte. Nunca he tenido la oportunidad de decírtelo pero sí, te quiero.