Por fin había llegado uno de los momentos que más ilusión podían hacerme. ¡Iba a comprarme el vestido para casarme!
Obligué a mi madre a que viniera, invité a mis amigas y a Cuzco, aunque este último no venía por que estaba rayao.
[...]
Ya iba por el vestido número 10 y ninguno gustaba, bueno eso y que había 5 que ni siquiera me entraban, no estaba gordita, pero tampoco esquelética como lo que hacía falta para esos vestidos.
Sólo quedaba uno por probar, no era muy bonito, pero puede que me quedara bien, me ayudaron a metermelo y...
¡Era de mi talla! Aunque era horrible...
Mi madre me obligó a comprarlo por que sólo costaba 95 euros por que era de segunda mano.
Cuando llegamos a casa me puse a llorar de la frustración y es que era la chica más desafortunada del mundo, bueno no, me iba a casar con mi ídolo, eso es genial.
Mis amigas me tenían envidia por que ellas estaban saliendo con chicos como Taylor Lautner, Harry Styles, también famoso s, pero no eran comparables a mi Abraham, al que le juré amor eterno regalándole un trozo de regaliz en los columpios rotos de un parque donde había unos niños jugando a cagar en lis arbustos. ¡Fue precioso!