❝ Fue inesperado.
Vibrante emoción.
Una epifanía.
Un sentir mutuo.
Choque colosal.
El que desencadenó un mar de emociones porque no se espero ni deseo y aún así amo.❞
[✓] Crédito a Horikoshi Kohei creador de este anime.
[✓] Créditos al autor de la i...
Advertencia: Todo el capítulo es +18, lo siento Wattpad.
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Eran adolescentes, sabían que en algún punto de su relación llegarían en donde están ahora. Aún más con los recientes roces de los celos de la de ojos de cafeína que egoístamente desea que él le pertenezca.
Ochako se pregunta cómo llegaron aquí, si se suponía que ambos solo se pondrían a estudiar en su casa en ausencia de sus padres para evitar palabras incómodas. No se arrepiente, de hecho agradece a los dioses que su morada estuviese desierta.
Los ojos desiguales muestran hambre y deseo al mirar directamente los luceros chocolate que corresponden el sentimiento. Las mejillas de ambos no pueden evitar teñirse de rojo al sentirse de una forma nueva.
Se acarician entre ellos, haciéndole el amor a cada uno de los rasgos del rostro que desean. No tardan ni un segundo en que la lujuria les hace ansiar más contacto y deleitar su vista con la desnudez de la anatomía humana.
Los labios rosados son devorados una y otra vez por el depredador que está encima de su cuerpo, los jadeos rápidos se convierten en su vocabulario mutuo y los dedos pálidos acarician la piel virgen también provocando húmedas entre los dos.
Nervios, se manifiestan en sus estómagos al sentirse mutuamente. Ella toca su rostro en una acaricia tan delicada cómo el beso de un fantasma para disipar cualquier duda. Su boca marca con fuego el cuello de su amada forzando a que deleite sus oídos con más jadeos rápidos.
Ambos se encierran en su mundo entre las cuatro paredes de la habitación de la castaña. Disfrutando y perdiéndose en el gusto, el olor, el tacto y sonido del otro para satisfacer su deseo carnal.
La ropa sobra en toda la pasión que acaba en el suelo de la habitación, sus cabellos están revueltos quitando la forma habitual en las que estaban acomodados, su perspectiva del mundo solo se limita en la persona que tienen al frente, con la que están perdiendo su sagrado voto de castidad.
Y se vuelven uno solo.
Los sonidos indecorosos tratan de no ser fuertes, pero inevitablemente salen de ambos por el placer que se brindan. Ella se aferra a su espalda llamandolo por su nombre entre suspiros de amor y pasión, mientras el no puede despegar sus manos de sus atributos, ahogando sus gemidos en la curvatura de su cuello.
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