Cuando los chicos de las camillas despertaron, vieron a Leroy riéndose y le pidieron que los soltara. Él, callado y riendo, tomó una navaja y empezó a cortarle las arterias de las piernas al líder del grupo, para continuar haciendo una serie de cortadas en la cintura provocando que su dolor aumentara. El muchacho gritó mientras Leroy reía, disfrutando con su sufrimiento. Para terminar, cortó las arterias de los brazos y luego lo destripó, cogiendo sus órganos y colocándolos en su cara para firmar la escena con de manera totalmente sangrienta.Feliz con su homicidio, repitió el procedimiento con la novia del aquel joven y su amigo. Disfrutando de la agonía, el dolor y el sufrimiento de los tres chicos a los que torturó y mató. Leroy se dirigió a los dos jóvenes que había amarrado en las sillas. Con miedo y pánico, ellos le suplicaron que los dejara vivir. Leroy agarró una plancha y le pega al chico, a la vez que usaba un yesquero para hacerle quemaduras en piernas y rostro, dejándole fuertes cicatrices para los años futuros. A la chica la torturó con un soplete, quemándole los muslos y vientre, golpeándola con otra plancha para el cabello. Ambos, demasiado heridos por las torturas que sufrieron, fueron soltados por Leroy y recompensados con un teléfono para llamar a emergencias.
La Ambulancia llegó a la vez que los detectives y la policía para revisar la escena del crimen. El detective Humberto Uzcátegui y su compañera Fernanda Quintero, llegaron y vieron la espantosa masacre, la forma tan cruel y horrible en la que los jóvenes habían sido asesinados y la firma sangrienta que iba desde las cortadas de la cintura hasta las arterias en piernas y brazos, pasando por el destripamiento y por los órganos que adornaban sus rostros. Ese montaje fue lo que perturbo a los investigadores.
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expediente sangriento
Mystery / ThrillerEs la historia de un asesino que no te dejará dormir