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Caminando a la escuela temprano en la mañana, el día recién comenzaba y ya era una mierda.
Mis manos en los bolsillos y una estúpida canción en mis audífonos, los rayos jóvenes de luz iluminaban en tonos naranja y el viento helado golpeaba contra mi rostro.

Este será otro viernes común, puedo sentirlo.

Cruze la calle viendo al cielo, las nubes tienen una forma extraña hoy.
Un auto freno frente a mí haciendo sonar su claxon molesto, no podría importarme menos así que seguí caminando.
Mis manos estaban frías y mi nariz roja, me subí caminando al borde de la banqueta tratando de no caerme como trapecista. Son las 7:30 de la mañana, espero no llegar demasiado tarde a la escuela.

A lo lejos pude escuchar el timbre de entrada así que corrí, mierda me toca ciencias en el salón 13 el más lejano de lo salones.
Subí las empinadas escaleras guardando mis audífonos y poniendo en silencio mi celular, la amargada de la maestra castigaba cualquier teléfono que sonase en su clase y no es como que este de humor para aguantar esa clase de situaciones.
Entré abriéndome paso entre mis compañeros que se encontraban metidos en conversaciones ajenas entre cada grupo, al fondo divise a mi amigo haciéndome señas indicando que el asiento a lado suyo estaba disponible. Caminé sin ganas hasta tomar asiento arrojando mi mochila sobre la mesa, moví en círculos mi adolorido cuello presionando con mi mano izquierda quejumbrosamente.

-Tienes cara de que recibiste una paliza- afirmó Oscar, mi amigo.

-Lo sé.

La maestra entró a la clase luego de eso callando a los ruidosos de mis compañeros, por favor que este día termine pronto.

El resto de las clases transcurrieron igual de lentas y cansadas, menos mal hoy no tocaba matemática que era la peor clase para mí.
Oscar y yo jugamos y conversamos la mayor parte del día pero aún así tenía ganas de largarme.
Todos los viernes nos toca quedarnos un módulo extra así que tenía otra excusa para odiar más este día, dios solo mátame.

En el segundo receso fui hasta la cafetería donde mi novia, Ángela, me sorprendió abrazándome por detrás, a ella le gustaba hacer eso.

-Amorcito, hace tiempo no salimos. Deberías invitarme a algún lado, ¿no crees?- me preguntó en un tono coqueto.

-No lo sé, creo que estaré ocupado.- mentí.

Hace tiempo había perdido interés en una relación, no sentía ánimos para nada en realidad.
Seguía con ella porque no tenía intención de herirla, a demás necesitaba una excusa mejor que un simple "me aburrí".

Al terminar la clase de orientación donde la maestra no paro de decir "eh", todos nos largamos lo más rápido que pudimos. Nohemi y yo hablábamos camino a la salida de temas completamente aleatorios hasta que llegaron por ella.

Oscar siempre me acompaña a casa, me pregunto dónde estará.
Alguien jaló mi mochila haciéndome caer de espaldas sobre el suelo, desde ahí puede ver la burlona y cuadrada sonrisa de mi amigo.
Fruncí el ceño tomando la mano que me tendió Oscar para levantarme mientras seguía riéndose de mí, su inmadurez me da autoestima.

-Siempre caes, literalmente.

-Ja Ja, muy gracioso. Vámonos a casa.

-Si, sobre eso... ¿no quieres ir a otro lado?

-No lo creo, necesito llegar a casa- dije adelantándome unos pasos.

-Mientes, solo te quedarás en tu cuarto escuchando esa música deprimente- dijo alcanzándome.

-Bueno eso no te importa- le conteste sin mirarle.

Él se detuvo en seco así que volteé a verle, se veía ¿molesto?, ¿fastidiado?

888; Osmar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora