~04~

415 34 0
                                    


He perdido la cuenta de cuantos días en vela hemos pasado ya. Estoy más que cansado pero no puedo dar a demostrarlo frente a mis hombres. Como príncipe de Seúl tengo la obligación de llevar la responsabilidad de mis tropas, nunca pensé que tendría que pelear con los míos, con el príncipe de Busán específicamente.

Llevo meses como convertido y por lo menos he podido controlar mis impulsos, aunque sigo alejado de las personas me cuesta a veces controlarme. Mi historia es un secreto, nací en Busán, hijo ilegítimo del rey, rey del que mi madre me mantuvo en secreto durante cuatro años cuando desobedeció órdenes reales de deshacerse de mi, nunca nos encontraron. Tiempo después causaron una revuelta en donde mataron a mi madre y a su esposo. Para entonces tenía cinco años cuando me raptaron y me llevaron a Seúl. Serví de criado por diez años y al crecer y convertirme en un apuesto plebeyo, modestia aparte, se dieron cuenta de la gran similitud que tenía con su príncipe, me envíaron al calabozo más alejado para evitar malentendidos y conflictos que eso traería.

Después de largos meses de aislamiento el príncipe enferma y muere días más tarde. El rey al quedar sin heredero al trono, su mano derecha le cuenta sobre mi existencia y es así como un mugroso campesino terminó como el príncipe de Seúl antes de que el reino supiera de la pérdida. Nunca había sido rencoroso por lo cual ya me consideraba seulés aún después de todo el maltrato que recibí. Ellos me alimentaron y me dieron refugio así que estaba agradecido. Siempre fui un gran lector y fanático de las historias sobrenaturales, pero no pensé que, mientas leía en mi cuarto iba a aparecer aquella mujer hermosa con labios carmesíes a perturbar mi vida, nada más que la nueva reina del rey.

Volviendo a la realidad de mis pensamientos estaba esperando que llegara el general y su gente para atacar dentro de tres días.

— Mi lord, le tenemos noticias no satisfactorias —una voz de repente suena dentro de la tienda.

— ¿Qué sucede, pasa algo con las municiones? —pregunté tomando un poco de vino.

— No, mi lord. Capturamos a un espía del reino de Busán entre los nuestros, y no quiere hablar.

— Perfecto. Llama a los generales de tropas y reúnelos aquí, no tardaré —digo saliendo de la tienda pero no sin antes ponerle la mano en el hombro al ver su rostro preocupado— No te preocupes general, no me pasará nada.

— Sí, mi lord —hace una reverencia y se retira.

Camino hacia donde lo tienen retenido y al llegar me encuentro par de soldados y al espía, estatura media, cabello negro, ojos felinos sin reflejo alguno de miedo y una sonrisa escalofriante para algunos, este humano me resultaba interesante. Pido que nos dejen a solas y lo hacen bajo protestas, nadie aquí sabía de lo que era capaz.

— Hay que tener agallas para osar enfrentarme, eres valiente, ¿cómo te llamas?.

«No voy a decirte nada, no traicionaré a los míos»

— Mmm... ya veo que no responderás, tal vez fue una pregunta difícil, que tal  esta, ¿cuándo atacarán los suyos? —escupió mi cara y reí negando con la cabeza— Enserio, ¿eso es todo lo que tienes?.

«Basura asquerosa sigue riendo, ellos atacarán al amanecer y tu no sabrás nada. Espero que el príncipe de Busán acabe contigo»

— Sabías que callas por fuera, pero aquí —señalé su mente— ¿Tienes tanto que decir?.

— ¿De que hablas?.

Por fin su boca se movió y habló con voz ronca, varonil. Algo que me solía gustar así que acerqué mis labios a su oído para susurrarle.

Walk in the Darkness [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora