O4. Lime

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O 4
L I M E

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El ritmo en su interior aumenta; tal vez más rudo, tal vez más fuerte, tal vez más placentero, o, quizás, una vorágine de todas que lo tienen vociferando gemidos de total gusto como si no hubiese mañana. Es una sensación exquisita lo que causa el escalofrío corriendo por su espalda; un dulce espasmo tensando los dedos desnudos de sus pies; y la forma en la que aquellas manos se aferran a su cintura, lo que provoca en él cientos de suspiros cuando esos mismos dedos descienden por su cuerpo, tomando dirección a ciertas partes privadas que causan una especie de contracción en su vientre cuando vuelve en sí. El tirón en esa parte de su cuerpo es inminente y su boca libera un gemido agudo cuando el nuevo empuje es certero; sus caderas chocando con las contrarias en una deliciosa embestida a la que le sigue la causante de un gran gemido de su parte.

Y es entonces cuando su garganta se cierra e impide un profundo suspiro. Y él lloriquea ante lo sensible que se encuentra su cuerpo como para formularle palabras adecuadas a su acompañante, que parece buscarse un mejor ritmo por cómo se mueve a pesar de que es Sonic quien se encuentra sobre él, con el suyo propio desnudo lleno de marcas que, quizás, se tomarán su tiempo antes de que desaparezcan por completo.

A él no le pasa desapercibido que busca más de aquellos sonidos frenéticos que amenazan con dejarle afónico, al igual que adolorido al resto de sus sensibles extremidades. Por su parte, busca el disfrute de su cliente y, por la manera en la que su cabeza se encuentra inclinada hacia hacia adelante y el tono siseante de sus gruñidos no son más que sonidos cortados, es solo un pequeño indicio de cuánto lo disfruta.

Porque no importa que, de todos modos, se encuentre dándole la espalda, él mismo se las apaña para conseguir robarle besos que lo dejan sin aire cuando la tregua no llega; el aguante en sus caderas siendo más que evidente, entre tanto su interior es azotado por aquella erección que lacera los músculos de su esfínter a su antojo. El placer le corre desde hace unos minutos en los que el dolor se abre paso solo en sus extremidades cansadas, que piden un descanso ante aquella posición que Sonic no tolera demasiado, debido al esfuerzo que supone dar los brincos encima de aquel regazo cuyo dueño usa los brazos para estrecharle con un firme pecho.

Se percata segundos después, de que el sujeto detrás suyo ronronea y el erizo de pelaje cobalto sigue moviéndose en círculos, esta vez más lento; su cintura bajando los movimientos tras cerciorarse de que eso no molesta en lo absoluto a quien ahora mismo se adueña de su ser.

—Tan apretado —Escucha cómo dice, un siseo cargado de gusto emergiendo de su boca—. Mierda.

Ríe en silencio, la gracia yaciendo instalada en esas palabras que, desde hace mucho, dejó de considerarlas como halagos.

Con un próximo gemido algo, su cuerpo se ve envuelto entre las sábanas de aquella cama, cuyo soporte rechinante se trata de un simple acompañamiento a la forma constante en la que sus glúteos son chocados por el cuerpo ajeno. Sonic ahoga un jadeo, siendo cuestión de segundos para que su boca sea cubierta por la del erizo de pelaje azabache.

Siente las manos acariciando su cintura, en trazos inconexos descendiendo por su entrepierna, hasta que es ahí donde lo obliga a morderle el labio ante cierto espasmo sorpresa, sus orejitas tensándose en cuanto el hueco de aquella mano se aprieta y su miembro se ve más asfixiado por aquella gran palma que lo acaricia a un ritmo tortuosamente lento e incitante a seguirlo, a aumentarlo, a hacerle llegar a ese punto que tanto desea en ese instante.

—Shadow… —gime sin querer evitarlo, abriendo sus piernas lo más que puede para que el otro se acomode. Su rostro gira a un lado y se ciñe con los dedos a la espalda, los rubíes mirándole con el brillo de lujuria iluminando en sus iris.

Siente la punta acariciando su deseosa entrada, que se contrae conforme se hace presente el empuje que no aumenta en ningún momento a pesar de lo desesperado que se encuentran ambos. La humeda en esa parte de su cuerpo resulta algo vergonzosas y tiene que hacer ciertas maniobras —abrazarle y darle de beso— para que su amante no mire ese lugar tan de manera fija.

—Tan malditamente apretado —prosigue Shadow, en cuanto se hunde de nuevo con tal fuerza que obliga a Sonic a encorvarse, en busca de una posición para acostumbrarse a la sensación. Su espalda se encorva a la vez que echa la cabeza hacia atrás y grita, con su punto dulce siendo presionado en las próximas embestidas que lo vuelven loco por completo.

El erizo de vetas gruñe, su boca apegada a los pezones rosas que se tornan rojizos en cuanto los muerde. Por lo que se queda de esa manera durante los próximos minutos mientras sigue atentando contra aquella piel y músculos que lo siccionan y aprietan de una forma totalmente sublime; el ritmo cambiando y llevándose por la fuerza que presentan sus muslos, con el cansancio azorando en sus músculos que se encuentran tensos a causa del mismo.

Y es que solo tiene un incentivo: que Sonic siga clamándole en medio de gemidos necesitados, porque adora de verdad la forma en la que esa boca pronuncia su nombre como si el mañana tardase una eternidad en llegarle.

OneShots | Shadonic | Lemon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora