It's a Lovely Maze《ASTRO》 [editando]

I

Con permiso, vengo inspirada
-Cinder🌹

5:57 am

Minhyuk entró con prisa al abarrotado aeropuerto. Trataba de escurrirse entre la multitud y llegar lo mas pronto posible a la ventanilla de información. Tan pronto como estuvo enfrente de su objetivo, se precipitó sobre el mostrador de la joven señorita que lo miraba entre enojada e intrigada.

- ¿Qué... se le ofrece?

- ¿Cuál es la puerta de embarque del vuelo a Japón que sale a las 6 de la mañana? - dijo mientras trataba de controlar su respiración agitada; no había dejado de correr desde que bajó del taxi. Prácticamente le había arrojado el dinero al taxista en la cara por su desesperación en llegar lo más pronto posible.

- La puerta de embarque para ese vuelo ya cerró, señor. Lo siento mucho.

Rocky pudo sentir cómo su garganta se secaba instantáneamente, cómo lo poco que había comido la noche anterior trataba de devolverse de su estómago.

Era demasiado tarde.

Con la mirada perdida, al igual que sus pensamientos, Minhyuk procedió a retirarse del mostrador. No sabía hacia dónde sus pies lo llevarían, pero estaba seguro que ya no podrían llevarlo devuelta a Sanha.

Era interesante la forma en que las cosas se arrojaban tan facilmente.

Sentía como las personas lo rozaban y lo empujaban al pasar. Pero no lo empujaban a él, empujaban a su cuerpo inerte. Sentía cómo si la vida se le hubiera escapado entre los dedos. ¿Realmente había buenas razones para estar en ese estado? Pues no, él siempre supo cómo es que terminarían las cosas, mas quiso ser egoísta por una vez... Y no le fue nada bien.

Ahora estaba al otro lado de la ciudad, con frío y hambre. Además de un corazón roto, aunque ese ya lo tenía desde hace varios años atrás, cuando cayó ante los encantos de un niño llamado Yoon Sanha.

¿Qué le quedaba ahora? Pues una vida, una vida junto a sus amigos y el tiempo que les quedaba juntos en la escuela, una familia que lo amaba, una vida llana y sencilla. Tal vez debería conocer a una chica, después de todo ese fue el plan desde que se confesó al menor. Si hubiese sabido que sus actos llegarían al alejar al menor de su vida, de llevarlo a otro país de nuevo, no lo abría ni pensado.

Cuando levantó la mirada se encontró con los grandes ventanales que dejaban a la vista la salida de los aviones. Y no pudo evitar que sus lágrima cayeran.

¿Cuántas veces había llorado en menos de un día?

¿Habrían sido más de tres? ¿O tal vez cinco?

A quién le importaba.

Después de todo ya nada importaba.

Sus pies seguían llevándolo a lo largo de ese largo pasillo con grandes ventanas. Lo único que se podía ver desde afuera eran las luces intermitentes de los aviones. Y a lo lejos como el vuelo de las 6 am. con destino a Japón se llevaba a Sanha, tal vez para siempre.

La verdad solo quería llegar a casa y arrancar esa maldita nota que le había dejado a su madre.

Qué estúpido había sido.

Solo quería llegar a casa, dormir unas veinticuatro hora seguidas y comer el pastel que su madre habría preparado para animarlo.

Seguía mirando hacia la distancia, el avión ya había desaparecido, el amanecer ya no tardaría mucho en salir, así que decidió quedarse a verlo. No tardaría mucho.