Arcoiris

1 1 0
                                    

En casa se armó una revolución, todos corrian buscando cosas, papeles ropa...yo no entendía porque si mi abuelo no estaba necesitaba ropa, mi abuela me mando afuera con los caracoles, aunque era invierno y temblaba del frío, escuche a mis padres discutir si debía ir o no al funeral , no sabía q significaba eso, yo lo único que quería es que toda esa gente se valla de casa y papá me cuente un cuento.
Papa me miro con mirada triste y me explicó que era un funeral, me pregunto si quería ir , le dije que no, porque mi abuelo ya no estaba ,que eso era sólo un cuerpo, pero que si podían llevarle al abuelo con un dibujo mío. Así fue como agarre todos mis colores y pinte el arcoiris más colorido jamás visto, robe brillantina del taller de la abuela y unos cuantas cintas y hice una especie de collage, se la di a papá para que la ponga con mi abuelo, mientras le decía que así iluminaria su camino y se alegraría.
Luego de ese día la abuela no volvió a ser la misma, no se preocupaba cuando gotas rojas salían de mis dedos por pincharme al coser, ni me hacia andar por las casa con tres libros sobre mi cabeza para caminar como "señorita". Al principio fue un alivio porque tenía más tiempo para salir a jugar y no tenía que pasar la tarde bordando , pero al pasar de los días sentía como cada vez más la soledad se adentraba en mi cuerpo.
Un día llegó una señora con grandes caderas me daba mucha gracia porque parecía un personaje de patorucito, papá me dijo que la abuela ya no podía caminar así que pusieron una cama en el comedor donde ella pasaba todo el día. Sólo la señora de las caderas la levantaba un ratito para tomar sol al lado de la ortencia, esa señora lleno a mi abuela de tubos y bolsas transparentes y me enseñó com ponerle inyecciones  atravez de un tubo q salía de su mano.
Así estuvimos un par de meses, la señora ya no me causaba gracia porque veía como se metía nuestras cosas al bolsillo y se iba con ellas en sus días libres, le dije a papá y al poco tiempo se fue.
Empezó a cuidarla una hermosa mujer de pelo negro que hacia las mas deliciosas comidas, en casa sólo se comía huevo duro porque era lo único que sabía cocinar mi abuela, así que tenerla a esta mujer era un agasajo al paladar, mis días favoritos eran los jueves cuando hacia tarta de verduras y la casa se llenaba de un aroma verde riquisimo.
Recuerdo que aquel jueves salí de la escuela primaria corriendo para llegar a casa a comer esa deliciosa tarta, pero al llegar no estaba el aroma a verde que la caracterizaba y tampoco estaba mi abuela.

Reflexiones de un cuerpo vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora