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— A todo esto, soy Hyungwon. Chae Hyungwon —el castaño le tendió su mano.

Sin dudarlo un segundo, la estrechó con la suya. Su mano era cálida.

— Yang Jeongin. Gracias por salvarme, estaba muerto de miedo —murmuró avergonzado, Hyungwon se limitó a dedicarle una media sonrisa.

Este tipo es perfecto pensó al tacto de su mano; la piel contraria era tan suave que podría coger una manta y dormir ahí por siempre.

— Bien, Jeongin. Creo que ibas camino a tu casa, ¿no? —preguntó mientras observaba su uniforme revuelto por la caída y la mochila en el piso.

Jeongin asintió.

— Sígueme, te dejaré allí —comentó y comenzó a caminar sin más. El menor tomó su mochila del piso y la sacudió para quitar los rastros de suciedad de esta.

Cuando emprendió el trayecto volvió a sentir el dolor punzante en el trasero y maldijo a la condenada piedra por cruzarse en su camino.

Siguió a Hyungwon hasta que se detuvo frente a una motocicleta y se sorprendió. No pensó que sería una moto, la forma de vestir del castaño no le dio la chance de imaginarlo; llevaba ropa formal de colores neutros, específicamente unos pantalones de vestir adornados con delgadas líneas blancas y que eran ceñidos al cuerpo, una camisa blanca con un cuello en forma de v y un saco medianamente largo que era atravesado por un cinturón que hacía que se ciñera a su delgada figura. Cualquiera hubiese pensado que se dirigía a una estancia formal en una bendita limusina.

— Sube y ponte el casco —aseveró mientras le señalaba con un dedo el casco negro que se encontraba sobre el asiento trasero. Se lo colocó y se sentó mientras observaba detenidamente las acciones del contrario, parecía un niño emocionado.

Hyungwon condujo alrededor de 10 minutos hasta que llegó a una calle sin salida donde los departamentos estaban reunidos casi pegados uno del otro. Era una calle opaca que solo era adornada por unos grafittis ubicados donde uno posicionara la mirada. A decir verdad, era completamente ordinaria. A pesar de eso, los coloridos graffitis y las luces de los carteles neón que abrazaban los departamentos más allá de la acera de alguna extraña manera la hacía agradable a la vista.

Jeongin descendió de la moto y le tendió el casco a Hyungwon, este se quitó el suyo para no verse descortés ante el menor.

— ¡Muchas gracias por lo de hoy! —el castaño agradeció con un elevado tono de voz e hizo una mini reverencia. Hyungwon lo observó con una modesta sonrisa.

— Yo debería disculparme, después de todo, mi amigo te ocasionó el inconveniente —¿amigo? Jeongin todavía dudaba de la veracidad de aquello. Anteriormente parecía que fueran a asesinarse con la mirada.
Pero bueno, él no era nadie para juzgar la amistad de dos desconocidos.

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⏰ Última actualización: Mar 04, 2019 ⏰

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Hyung! ; Yang JeonginDonde viven las historias. Descúbrelo ahora