Capitulo 2

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Aleksandr.

Mía

Repito su nombre en mi mente y no puedo evitar reír ante la ironía de esté. Porque Mia, es mía desde el momento en que la vi en ese lugar.

Verdaderamente me alegra haber ido a la casa de muñecas de Peter. El maldito me debía una fuerte suma de dinero que pidió a mi banco para sus su sucios negocios, había mandado ya a varios de mis hombres para cobrar lo que era mío pero el maldito solo daba largas a lo inevitable.

Su cara al verme fue del más auténtico terror. El sabe que yo no me ando con rodeos.  Pero mientras la estúpida cucaracha trataba de explicarme que aún no tenía el dinero, la vi.

Mi corazón latía como loco nada mas con verla Ella destacaba entre todas esas mujeres. Su largo cabello negro como la noche  le llegaba a la cadera, perfecto  en contraste con su piel demasiado blanca. Sus piernas esbeltas se veían interminables con esos enormes tacones, sus caderas anchas en contraste con su pequeña cintura le daban a su cuerpo la forma de un reloj de arena, una pequeña tanga negra apenas y la cubría, sus pechos parecían querer salir de ese brasier de encaje que tenía puesto.  Su rostro, simplemente perfecto. Pómulos altos, labios carnosos, nariz pequeña, lo más hermoso de ella son sus ojos. De un gris tormentoso llenos de brillo.

Me chocó el momento en que una lágrima rodaba por su mejilla, su labio inferior temblaba mientras sus ojos se llenaban de más lágrimas. La impotencia de verla llorar y no poder hacer nada me había llenado de rabia. Cuando le pregunté a Peter quien era esa chica soltó una enorme carcajada.

- Solo la puta hija de un maldito que me la dio a cambio de una deuda - fueron sus palabras cargadas de cinismo.

- Es mía - le dije sin apartar la vista de ella - tráeme la y te daré una semana más para reunir mi dinero - en cuanto lo dije la tensión desapareció de sus hombros.

- Está bien - se levantó y me tendió la mano, la cual no acepte mientras seguía mirando a la chica. El idiota se fue como si le hubiesen quitado un enorme peso de los hombros.

Que equivocado estaba...

- Oslo, alerta a nuestro contacto en el FBI sobre este lugar, este imbécil no se saldrá de esta, mátalo en cuanto yo salga de aquí y dile a Boris que borre cualquier rastro de mi presencia en este lugar - le dije observando como uno de los hombres de Peter sacaba a la chica del escenario  - Conmigo no se juega y esté cabrón no será el primero - sin decir nada asintió y se fue a cumplir mi orden.

Cuando el tipo la puso delante de mí no podía creer  lo increíblemente más hermosa que era de cerca. Le dije que se fuera no sin antes enviarle un mensaje no solo a su jefe si no también a todos aquellos que quisieran joderme. Me encantaría ver la cara del tipo en cuanto vea a su jefe muerto.

Me acerqué a ella y era mucho más baja que yo aún estando en tacones, su mirada estaba clavada en el suelo su cabello cubriendo su rostro. La tomé suavemente de la barbilla y le alce el rostro, sus ojos se clavaron en los míos en ese instante, hermosa simplemente hermosa.Con cuidado limpie la pequeña lágrima que la había visto derramar instantes antes.

- Sabes Mishka nunca bajes el rostro ante nadie - le dije haciéndola estremecer, en impulso le besé la mejilla, su piel había sido suave bajo mis labios - Toma - le había dado mi abrigo no queriendo que nadie más la mirase de aquella forma.

Después de eso tuve que soportar sus preguntas en el auto. Bien, entendía que la habían prácticamente secuestrado y ahora en teoría yo hacía lo mismo. Pero en el momento en que dijo que no quería estar conmigo me llene de rabia. No pude evitar responderle como un grandísimo hijo de puta, pero es que fue verla para que mi corazón latiera como nunca antes lo había hecho.

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