Cap III

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- ¿Como estas? – Me pregunta Lucas, después de un rato de caminar en silencio, me tiende un muñeco que ganó mientras me regala una sonrisa, sonrío igual sin evitarlo y tomo el pequeño oso.
-Bien ¿Por qué no eh de estarlo? – Mi voz sonó casi como un susurro, como queriendo escapar o no salir de mí.
-Parecía que en cualquier momento te pondrías a llorar – Volteé a verlo y su rostro demostraba intriga, ¿Llorar? Sólo por qué... ¿Vi a Mauricio y Roxana besándose? Que lógica tiene eso.

- ¿Yo llorar? ¿Por qué? – Suelto una risa, miro hacia delante y abrazo el muñeco que tengo entre mis brazos.

-No lo sé – Se encoge de hombros y mete sus manos en las bolsas de su pantalón – ¿Quieres seguir aquí o prefieres irte? - Volteo a verlo y su semblante es serio, tal vez demasiado, parece más enojado que serio.

- ¿Por qué lo dices? Tiene mucho que ya no venía a una feria y gracias – Levanto el muñeco y lo señalo. Suelta una risa y se cruza de brazos sobre su pecho

- Esta bien, pero ahora que lo recuerdo no me dijiste a qué hora tienes que estar en tu casa ¿Que tan tarde puedes llegar?

- Pues, máximo más 11 de la noche, pero quería llegar entre las 9 y las 10 para no preocupar Roberto ¿Podrías decirme que hora es? – Saca su celular lo enciende y sólo veo como la luz del celular alumbra su cara, es guapo, eso hay que admitirlo, sus ojos no son café oscuro como creí al principio si no, café claro que, si te quedas observándolos lo notaria, su rostro es fuerte, con rastros masculinos atractivos, su barbilla es pronunciada, su cabello pelinegro le llega máximo a su ceja, se ve que lo cuida demasiado e igual su apariencia, así como nadie no se fijaría en él, de pronto su expresión se vuelve más sería y diría que también asustada, baja el celular con la pantalla encendida, levanta la vista y su mirada se cruza con la mía.


- Son las 10:30 – Dice fríamente, yo abro los ojos y tiro el peluche al suelo ¡¿Como pueden ser las 10:30?! Busco mi celular en las bolsas del pantalón y no lo encuentro, se me olvidó que lo deje con la otra ropa en la bolsa guardada en la moto, me empiezo a poner nerviosa y el comienza a reír a carcajadas ¿De qué carajo se estará riendo?


- ¡No es gracioso! Ya es tarde tengo que...


- ¡Hubieras visto tu cara! – Me interrumpe a la hora de hablar y sigue riendo, mientras posa sus manos en su abdomen y hace una tipo reverencia riéndose aún.
- ¿Qué te causa tanta risa?
- Solo que caíste en mi broma, mira – Estira su mano y me enseña su celular que tiene aún la pantalla encendida, lo tomo y veo ¡Son las 9:35!
- ¡¿Qué te pasa?! ¡Me asustaste en serio! ¡Y ya deja de reírte! – Lo señalo en verdad enfurecida, valla que madures, hacer bromas de este tipo no es nada maduro. Él se levanta poco a poco intentando controlar la risa, con su dedo índice se seca una lágrima que se ha salido de ojo derecho y me mira a la cara, aún tiene esa sonrisa estúpida.


- Perdón... quería que... se tranquilizaran las cosas... admite que fue divertido - Dice aún entre risas.
- Para ti será, porque a mí – me señaló a mí misma y me acerco a el – no me causó nada de gracia me sacaste un susto de verdad, mejor llévame a casa ahora antes de que se te ocurra otra de tus infantiles bromas – Con mi dedo lo señaló y le empiezo a dar golpes en su pecho, él no le toma importancia y sigue con su sonrisa.
-Si gustas – Levanta los hombros con total desenfado y camina por mi lado ¿Acaso no me va a esperar? Volteo hacia el a punto de reclamarle más cuando veo que se agacha y toma el oso que tire hace un momento, lo levanta y sacude la arena que se le pego, se voltea a verme y sonríe de lado me guiña un ojo y camina hacia mí, me tiende el oso y me abraza por los hombros.
- Para la próxima cuídalo, aunque tenga suerte, fue difícil conseguirlo – Señala al muñeco y sonríe un poco.

- Perdón y gracias – Se encoge de hombros y seguimos caminando.

- Muñeca – Rompe el silencio al llegar a su moto.

- ¿Sí? – Me recargo en su moto esperando a que hablara, me sorprendo al verlo sin su chamarra negra, y extendiendo su brazo con esta en él, hacia mí, frunzo un poco el ceño y lo miro aun sin comprender.

- El clima es mas fresco y no creas que no me di cuenta de que abrazabas al oso, para guardar calor – Rio un poco y tomo su chamarra, no creí fuera muy observador.

- Gracias Lucas – Le digo mientras camino hacia la puerta de mi casa, mientras veníamos para acá, me dijo que Mauricio ya les dio la gran noticia de que eran mis vecinos, Brian se emocionó más que él, ya que tendría a su "nena" para casería, ¡Que asco! No puedo creer que haya hombres que solo piensen en las mujeres como trofeos o yo que se. Le devuelvo su chamarra y el se despide, acariciando mi cabeza y camina a su casa, siento cierta nostalgia y familiaridad en su actuar conmigo. Entro a la casa y camino hacia mi cuarto, me visto mi pijama, me acuesto y al momento de tocar mi almohada, caigo rendida en los brazos de Morfeo.

Agapi ErosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora